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Voto de Grandine:
5
20 de agosto de 2007
18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
El día que algún tipo debió insinuar que los personajes en una comedia sencillamente son ejes, que van y vienen y que nos llevan de un lado a otro a través de gags, discusiones y diálogos divertidos, yo me cagué en él, así de sencillo.
¿Por qué? Pues está clarísimo, quizá el protagonista de una comedia no pueda alcanzar la misma hendidura que el de un drama o un film más cargado de sentimientos (cuando hablamos de pura comedia claro), pero a través de esos instantes divertidos, amenos, entrañables y un cúmulo de adjetivos más, nos deja en ese mundo que pretendidamente se quiere retratar, y nos acompaña en él, nos tiende una mano, nos deja momentos de gran sabor de boca y, evidentemente, puede arrancar nuestras emociones, además de unas cuantas carcajadas, y digan lo que digan, a mi ese factor en una comedia me parece clave, una comedia no sólo debe alimentarse de sus risas, de sus afiladas, paródicas y sarcásticas tramas, no, no, no... nada de eso..
En "Talladega nights", además, nos topamos con un ejemplo de clichés tan bien amontonados como funcionales a lo largo de la historia de Ricky Bobby, un tipo triunfador e invencible que es vencido, que es abandonado por sus patrocinadores, traicionado por su mujer y su mejor amigo y vilipendiado por su máximo rival así como por algunos espectadores... tampoco falta la figura del maestro que adiestra a nuestro prota para devolverle a los primeros puestos de salida, ni el malo que al final no es tan malo... pero lo mejor de todo es que "Talladega nights" se ríe de todos ellos con brillante ingenio, los pisotea, los hace puré y los moldea a la perfección para que todos resulten encajar en ese despiporrante Nascar creado para la ocasión.
Ferrell, al que aun no había tenido la ocasión de observar con detenimiento, está genial de principio a fin, así como Baron Cohen le da una gran réplica con su festival (a ratos) de muecas y se agradece, mismamente, la presencia de C. Reilly y Clarke Duncan, dos de esos tipos que, estén donde estén, resultan entrañables.
A parte de todo ello, hay momentos divertidísimos como los de la abuela aleccionadora, el padre enseñando a su hijo, el francés confesándose ante Ricky Bobby o los ardores del mismo, encajados tan bien en el film, que parecen un componente más, no desentonan, y aseguran risas por doquier.
¿Por qué? Pues está clarísimo, quizá el protagonista de una comedia no pueda alcanzar la misma hendidura que el de un drama o un film más cargado de sentimientos (cuando hablamos de pura comedia claro), pero a través de esos instantes divertidos, amenos, entrañables y un cúmulo de adjetivos más, nos deja en ese mundo que pretendidamente se quiere retratar, y nos acompaña en él, nos tiende una mano, nos deja momentos de gran sabor de boca y, evidentemente, puede arrancar nuestras emociones, además de unas cuantas carcajadas, y digan lo que digan, a mi ese factor en una comedia me parece clave, una comedia no sólo debe alimentarse de sus risas, de sus afiladas, paródicas y sarcásticas tramas, no, no, no... nada de eso..
En "Talladega nights", además, nos topamos con un ejemplo de clichés tan bien amontonados como funcionales a lo largo de la historia de Ricky Bobby, un tipo triunfador e invencible que es vencido, que es abandonado por sus patrocinadores, traicionado por su mujer y su mejor amigo y vilipendiado por su máximo rival así como por algunos espectadores... tampoco falta la figura del maestro que adiestra a nuestro prota para devolverle a los primeros puestos de salida, ni el malo que al final no es tan malo... pero lo mejor de todo es que "Talladega nights" se ríe de todos ellos con brillante ingenio, los pisotea, los hace puré y los moldea a la perfección para que todos resulten encajar en ese despiporrante Nascar creado para la ocasión.
Ferrell, al que aun no había tenido la ocasión de observar con detenimiento, está genial de principio a fin, así como Baron Cohen le da una gran réplica con su festival (a ratos) de muecas y se agradece, mismamente, la presencia de C. Reilly y Clarke Duncan, dos de esos tipos que, estén donde estén, resultan entrañables.
A parte de todo ello, hay momentos divertidísimos como los de la abuela aleccionadora, el padre enseñando a su hijo, el francés confesándose ante Ricky Bobby o los ardores del mismo, encajados tan bien en el film, que parecen un componente más, no desentonan, y aseguran risas por doquier.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
"- Porque.. es lo que tu amas, Ricky, es aquello pora lo que naciste, ¿sabes? y estás aquí sentado, pensado... pues Ricky Bobby no es de los que piensan, Ricky Bobby es un gran piloto, es de los que actuan, y eso es lo que tienes que hacer, tienes que conducir, no pensar, necesitas la velocidad, necesitas salir ahí, y necesitas acelerar tu motor, necesitas ponerlo a tope y atrapar esa cuerda que separa la velocidad del caos, luchar contra ella y derribarla como una cobra mortal.. y entonces, cuando el miedo te suba por la barriga, aprovéchalo y verás que ese miedo es ¡¡poderoso!! porque lleva ahí millones de años y es algo bueno, si lo usas, si lo domas, si lo montas como a un esqueleto de caballo cruzando el infierno ¡vencerás, Ricky, vencerás! y no vencerás por otros, sólo por ti, porque un hombre toma lo que quiere, lo toma todo, ¿y tu eres un hombre no? ¿o no lo eres?
- Nunca te había oido hablar así... esto lleva a echar un polvo, porque la tengo más dura que un diamante en un cubito de hielo..."
ENORME.
- Nunca te había oido hablar así... esto lleva a echar un polvo, porque la tengo más dura que un diamante en un cubito de hielo..."
ENORME.