Estamos ante la segunda película de Hulk. En esta ocasión la historia del sufrido Bruce Banner se hace algo mas dramática, acercándonos al aspecto mas humano de una bestia mutante, que parece encerrada en un corazoncito, que solo puede dominar su novia Betty (Liv Tyler).

La película empieza como una interesante historia de intriga, para ir poco a poco tomando forma en una cinta de acción, con tintes dramáticos. Y es que la vida del doctor Banner es un constante sin vivir. Perseguido por ferreros soldados, con la única intención de apresarlo, para robarle su poder y experimentar con su cuerpo, el bueno de Bruce trata de desaparecer, para evitar que su incontrolable poder arrase con todo lo que encuentre en su camino. Y es que como un adicto a las drogas, que intenta rehabilitarse, Bruce Banner lucha por dominar su rabia interior, con la esperanza de encontrar algún día el antídoto que le devuelva la vida normal que perdió tras el desafortunado accidente ocurrido en su laboratorio.

En esta segunda aventura en el cine podemos ver a un Hulk algo menos salvaje, gracias a la presencia de su novia Betty, que tratará de ayudarlo. En ciertas escenas, en las que aparece con su novia, este Hulk recuerda a una especie de King Kong. Y es que parece ser que la bella suele domesticar a la bestia.

El tramo final de la cinta está lleno de escenas de frenética acción, con un lucha de proporciones caóticas, digna de un enfrentamiento King Kong vs Godzilla.

Refrito de otras películas, el espectador quedará encantado con la acción caótica y el interesante dramatismo de un Hulk luchando por ser mas humano, ante la presencia de su novia Betty, que intentará recuperar al hombre bueno que en un pasado conoció.