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Voto de José Luis Velasco:
9
Drama Siglo XIX. Después de una larga guerra, un bebé es abandonado a la puerta de un convento de frailes franciscanos que intentan, sin éxito, buscarle una familia. Pasan los años, y aunque el niño vive feliz entre los monjes, no puede dejar de añorar a su madre. Marcelino se hace amigo de un Cristo crucificado que hay en el desván del convento: habla con él y le sube de la cocina pan, vino y otros víveres que puede encontrar. (FILMAFFINITY)
21 de diciembre de 2011
36 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más que una crítica, quisiera aportar mi interpretación de este cuento. Antiguamente, la tradición oral tenía su importancia y había relatos que eran transmitidos de boca en boca, de generación en generación. Esto lo podemos apreciar al principio de la película, cuando el fraile ve necesario recordar la leyenda de cara a reconfortar a esos padres que sufren por la enfermedad de su pequeña.

Y digo leyenda porque seguramente la historia real sería bien diferente. Yo me imagino lo siguiente: un bebé es abandonado a la puerta de un convento; luego es repudiado por todos, tal vez por el qué dirán, o en otros casos porque ya son muchas bocas que alimentar; finalmente es acogido en el convento, donde acabará muriendo repentinamente, por accidente o por enfermedad.

O sea, una historia bien desoladora, donde la desgracia se hace presente de forma descarnada, dolorosa, sin que exista ningún sentido por lo acontecido. Es difícil imaginar infancia más triste.

Sin embargo, el inconsciente popular, dotado de esa sabiduría que no se aprende en las escuelas, transforma esos hecho reales en leyenda para dar SENTIDO a la historia de Marcelino y así transformar en muerte simbólica, lo real, lo atroz, el sinsentido de la muerte de un niño. De esta manera, Marcelino se reune con Cristo (de ahí la importancia del mismo título del film, así como de la inscripción de la lápida, pues el pan y el vino son los símbolos del cuerpo de Cristo), con la esperanza de encontrarse con su madre simbólica.

Además, con ello se logra convertir en lugar de culto y peregrinación, de vivencia colectiva, aquel lugar que hubiera sido únicamente un recuerdo de desolación, pues además se logró ablandar el corazón del alcalde, el cual estaba ya dispuesto a echar a los franciscanos.

Entiendo que a una persona atea esta película le pueda resultar indiferente y acabe pasando al olvido. Es lo normal, faltaría más. Eso sí, le rogaría que no viera peligros ni ejecuciones donde no las hay, pues hemos sido muchos que de niños hemos visto esta película y no tenemos miedos ni traumas.

Para acabar, y por dejar un apunte independiente de lo religioso, cualquier que pueda leer estas palabras, quédese con lo siguiente: (spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
José Luis Velasco
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