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Voto de Anibal Ricci:
9
Drama. Comedia. Intriga Estado de Nueva York, años setenta. Irving Rosenfeld (Christian Bale), un brillante estafador, y su inteligente y seductora compañera Sydney Prosser (Amy Adams) se ven obligados a trabajar para un tempestuoso agente del FBI, Richie DiMaso (Bradley Cooper), que sin querer los arrastra al peligroso mundo de la política y la mafia de Nueva Jersey. (FILMAFFINITY)
31 de enero de 2014
12 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Te puedes engañar por siempre? ¿Sobrevivir es suficiente? Preguntas importantes que solo tienen sentido para los que han vivido engañados por décadas en medio de un movimiento frenético. No es una interrogante destinada a un individuo en particular; es una pregunta colectiva formulada al “american way of life”.

Rosalyn simplemente sentencia: “prefiero morir que cambiar”: seguir engañada, en vez de ver la realidad. Las mujeres de esta película son el alma de la fiesta. Reirás hasta el infinito con Rosalyn (Jennifer Lawrence), la esposa de Irving Rosenfeld, y su contraparte, Sydney Prosser (Amy Adams, fabulosa interpretación), la amante del estafador; sustentando esta última todo el engaño que nos propone la película. Ambas mujeres son manipuladoras, pero saben lo que quieren. Rosalyn habla hasta por los codos, pero es encantadora. Al escuchar sus arrebatos de hembra celosa y protectora, uno termina enamorándose de su forma de ser; cargante de una forma empalagosa, una fuerza incontenible que agota la paciencia de cualquiera.

Todo gira en torno a una estafa con el fin de enredar a congresistas y mafiosos, que termina abriendo los ojos a los propios estafadores. Los amantes siempre se gustaron dentro de un mundo de mentiras; ahora necesitarán amarse de verdad. Deberán dejar atrás la falsedad, divorciarse uno (“Live and let die”, de fondo, Paul McCartney), e iniciar ambos, un negocio lícito: “tendrán que dejar el otro infierno”.

La estafa es ostentosa, debe parecer real, aunque jamás llegue a ser sofisticada. La falsedad se oculta bajo un esmalte de uñas o las luces de una discoteca. Al comienzo, los estafadores se conocieron disfrutando de Duke Ellington, y precisamente las imágenes van conducidas al ritmo del jazz.

“¿Quién es el maestro?”, el que crea o el que imita: “¿el pintor o el falsificador?”, le pregunta Irving Rosenfeld al policía Richie DiMaso, un ambicioso agente del FBI que se verá la suerte con los amos del engaño, los verdaderos gitanos, como dice el refrán.

La película coincide con la de Martin Scorsese (“The Wolf of Wall Street”) en una visión frenética del mundo norteamericano de las últimas décadas, aunque el patetismo de Jordan Belfort (Leonardo Di Caprio) da un giro inesperado hacia un humor más genuino en esta versión de David O. Russell, permitiendo una salida esperanzadora y menos cínica, contrapunto al humor negro que despliega Scorsese. Ambas cintas se mofan de la supuesta superioridad americana. La gran diferencia, es que los protagonistas de “American Hustle” están mejor preparados para reinventarse. Aprendieron desde niños a distinguir la verdad dentro de las mentiras y, por ende, tienen escapatoria de ese mundo artificioso.
Anibal Ricci
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