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Voto de Anibal Ricci:
10
Ciencia ficción. Intriga Un científico es enviado a la estación espacial de un remoto planeta cubierto de agua para investigar la misteriosa muerte de un médico. Adaptación del clásico de ciencia-ficción del escritor polaco Stanislaw Lem. (FILMAFFINITY)
14 de octubre de 2021
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al comienzo y al final de la película, el protagonista visita a su padre, un paraje natural casi igual al de su infancia. Kris se aferra a los recuerdos, a esa tierra natal donde dio sus pasos más importantes. Solaris quizás sea un planeta ficticio, la bruma apenas deja ver la casa, la toma se vuelve aérea, en medio del Océano han aparecido muchas islas y en una de ellas se encuentra la casa de su padre. El ser humano no requiere viajar a cuerpos celestes lejanos, le basta con reconocer a sus cercanos y comunicarse con ellos.

Como reparará el lector, Solaris es una cinta de ciencia ficción que no busca el descubrimiento de otros mundos, sino una búsqueda de sí mismo por parte del protagonista. El viaje no es hacia el espacio exterior, sino a su psiquis, a los recuerdos que definen a cada ser humano. La analogía con los libros (escena de la biblioteca) escudriña en la memoria, en las imágenes que atesoran nuestros sentimientos, aquel viaje a nuestro alcance que no siempre tenemos el coraje de recorrer. Amar a alguien implica una posibilidad de pérdida, pero ese camino de Sísifo nos aleja momentáneamente del miedo y nos hace plenos. La felicidad del hombre es posible alcanzarla sin conocer la realidad de la Naturaleza, quizás baste ese arranque ciego en conocer al otro, en atreverse al riesgo de perder. El conocimiento busca certezas, en cambio el amor conlleva incertidumbre. Ese miedo a morir nos moviliza mucho más allá que la evidencia científica.

Se cumplen 50 años del rodaje de Solaris, cinta presentada en Cannes en 1972, donde obtuvo el gran premio del jurado. Quizás fue la respuesta soviética de Tarkovsky a otra monumental película dirigida en 1968 por Stanley Kubrick: 2001, odisea del espacio. Hay una escena paródica en Solaris, en que el astronauta Berton recuerda haber divisado sobre el Océano a la figura de un niño gigantesco de cuatro metros sobre sus aguas, una clara alusión a la imagen del porte de la pantalla del feto que irrumpe la última escena de la cinta de Kubrick.

Más allá de la anécdota, las dos películas revolucionaron la ciencia ficción, la de Kubrick buscando el origen de nuestra civilización, en cambio Solaris se enfocó en las motivaciones del ser humano, en esa fuerza interior que lo hace enfrentar la vida y desafiar a la muerte. 2001, odisea del espacio encontró respuestas en el mundo exterior y Andrei Tarkovsky se internó en la memoria del hombre, en la profundidad de la psique humana.

Berton cuenta el secreto oculto en Océano a bordo de un automóvil que recorre túneles y pasos sobre nivel de una autopista, donde él es un conductor aislado que arriba a una ciudad llena de edificios, que habitan cientos de miles de otras almas. Es un símil del viaje que emprenderá Kris hacia la estación espacial, donde en medio de la soledad de a bordo intentará volver a conectar con otro ser humano.

Los pasillos luminosos e higiénicos de la nave espacial de Kubrick entienden su circularidad en la búsqueda del conocimiento, en cambio Tarkovsky transita pasillos circulares oscuros, sucios y desordenados. Kubrick navega en un espacio infinito sin sonidos y Tarkovsky en la mente sin límites del ser humano, inmersa en ruidos terroríficos, dentro de un espacio tan inexplorado como el espacio exterior.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Anibal Ricci
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