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Voto de Anibal Ricci:
10
Comedia. Drama Después de hacerse famoso interpretando en el cine a un célebre superhéroe, la estrella Riggan Thomson (Michael Keaton) trata de darle un nuevo rumbo a su vida, luchando contra su ego, recuperando a su familia y preparándose para el estreno de una obra teatral en Broadway que le reafirme en su prestigio profesional como actor. (FILMAFFINITY)
9 de febrero de 2015
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Peliculón de la puta madre. Los primeros cien minutos de planos secuencia son un desfile de aciertos estéticos y teóricos. No son esas geniales escenas de Scorsese haciendo gala de elegantes representaciones corales. Este largo plano secuencia es unipersonal, un único ego que viaja de situación en situación, de una habitación a otra, construyendo un entramado sórdido del noventa por ciento para solo dejar aflorar ese diez por ciento de arte o genialidad. Todo bajo un suspensivo redoble de tambores, inacabado, una suerte de ruido de la ciudad de Nueva York. Es la historia del ego que prefiere perderse o no encontrarse a cambio de un minuto de fama. La búsqueda del prestigio difícil, elaborado y denso, mezclado con la popularidad efímera sin sustento, siendo que ambas buscan un mismo destino, ser amado, quizás por uno mismo, no importando el desastre que va dejando a su paso. Ese acierto estético de la primera hora cuarenta se va derrumbando hacia el final en la búsqueda del acierto teórico. La escasa importancia del ser humano para la historia del planeta. No es perfecto, es imperfecto como el ser humano. Se me ocurre la idea de un adicto a la heroína (la fama) cuyos primeros pinchazos son realmente geniales para luego transitar por un camino tortuoso hacia la muerte, no dejando de lado lo ridículo y patético del adicto terminal al que nada le importa y que ya no puede encontrar amor en ningún sitio. Es una película densa y profunda, transición hacia un nuevo cine que se vale del absurdo de la realidad para encontrarle sentido a lo esencial, ni denso ni simplista, un guión impecable que hasta en la caída destila lucidez.
Anibal Ricci
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