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Voto de Anibal Ricci:
8
Drama. Intriga. Comedia Abe Lucas, un profesor de filosofía en plena crisis existencial, llega a una nueva universidad. Allí se relaciona con dos mujeres: Rita Richards, una solitaria profesora que busca que la rescate de su infeliz matrimonio; y Jill Pollard, su mejor estudiante y muy pronto su amiga. Aunque Jill está enamorada de su novio, encuentra irresistible la personalidad atormentada de Abe. (FILMAFFINITY)
17 de marzo de 2016
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El crimen perfecto, sin remordimientos ni consecuencias para el ejecutor, es resucitado nuevamente por la aguda percepción de Woody Allen. Esta vez lo acomete acompañado de un jazz suave, casi cotidiano, que le quita a este acto radical su carga de tragedia. Mediante este acto incluso pretende mejorar el mundo (una visión maquiavélica), en contraposición a permanecer pusilánime frente a los hechos de la vida. El alter ego de Allen será Abe Lucas (Joaquin Phoenix), un profesor de filosofía carente de “sed de vivir” (pesimista en extremo) que requiere de otros para encontrar un propósito vital. Pero hay otro tema interesante, el hecho de que los tres personajes angulares soportan vidas más o menos miserables y encuentran en vidas más vulnerables que las suyas la posibilidad de ayudarlos a sobrevivir la desgracia de ellos y la suya propia, otro tópico recurrente en la filmografía de Allen. Abe proclama a sus estudiantes que “la mayor parte de la filosofía es masturbación verbal” y ese cinismo, propio de un cineasta de ochenta años y casi cincuenta filmes, se cuela es cada una de las escenas de esta obra, sin duda una comedia de humor negro bien lograda. A Allen la vida le resulta patética y no encuentra en los libros nada que lo libre de sus pesares. Abe considera que matar a alguien es un acto creativo, que da vida y propósito, sus intenciones son buenas aun cuando su accionar sea cuestionable. El que la víctima sea un juez demuestra que Allen siente desprecio por la justicia, quizás considera que la vida de unos sea más injusta que la de otros, pero en definitiva siente desprecio por la justicia de los hombres. Su personaje también rehúye de los sentimientos maternales que despierta en las mujeres: “estoy enamorada de ti” (estudiante) y “huye conmigo” (profesora de mediana edad) son sinónimos de “es brillante, pero sufre mucho”, sentimientos que lo tienen sin cuidado debido a que no soporta la condescendencia, así como tampoco el amor romántico del que Abe parece aprovecharse, de esa manía femenina por querer explicar y controlar la vida de sus parejas. Abe ha aprendido a seguir sus instintos y a perseguir que su inconsciente tome las riendas. No le interesa lo moral sino lo que lo hace sentir vivo, en fin, odia la mediocridad de la clase media. La vida es un huir del sufrimiento y buscar el placer, nuestro cerebro reptiliano no entiende de filosofías.
Anibal Ricci
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