Cabeza borradora.
Es una película terrible, increíble, indeciblemente calamitosa, de una torpeza infinita, de una inverosimilitud abismal, mayestática, de una incoherencia a espuertas, sin límites, es que está absolutamente todo mal, casi desde el segundo uno hasta el último es un puñetero completo desastre o error, de hecho, se podría ir sumando grandes fallos o disparates y horrores y la cuenta historia sería, esta sí, interminable, una quimera, uno creyera quisiera que el comienzo es o fuera grotesco y ya, a descansar, escampará, tendrá, a la fuerza ahorcan, que mejorar, no hay más, no puede o podría seguir así ni es imaginable siquiera la posibilidad de ir a peor, pues, sí, amazing happens, los milagros existen, todo el rato en espiral, la vorágine, sin parar, es como si tratara de lograr algún tipo de extraño récord mundial, hollar alguna cima incógnita, pisar terreno vedado, descubrir otra américa, cruzar un nuevo estrecho, inventar la rueda, hacer fuego, de no creer, ten fe.
Delirio realismo oligofrénico, inaugura ese nuevo género. Primero o primera de la serie.
Es Puerto Huraco y Psicosis. La caza y el monstruo de amstetten.
Menuda visión tan abyecta de las gentes de tierra adentro o más bien de las montañas paradisíacas cántabras, no puede estar más regada/preñada de tópicos o prejuicios, de superficialidades y estrambote.
Tremendismo, melodrama y espanto.
- Nos presentan a los personajes y ya te echas las manos a la cabeza, pero esto qué coño es, Jack Nicholson pasiego, Ted Bundy ordeñando vacas, un tipo que al principio parece hosco, retraído, callado, desconfiado y que al de poco o nada se comporta como un completo tarado cruel sin solución en aluvión nivel un millón, la camisa de fuerza es poco, empieza yendo a la peluquería a hacer el indio, montar un número guapo grotesco, y te quedas ciego y también bizco, patidifuso, el baile de San Vito, pero lo del rapto de la a pelo Sabina y la pelea con Juan Diego es para quitarte los ojos con escalpelo y a contrapelo, pero qué pasa, es que se han vuelto locos más si cabe estos cabrones del cine, en cinco minutos esto es Hiroshima y nagasaki, perros de paja y Dunkerke y Deliverance, sin proceso ni desarrollo ninguno, a lo bestia, a lo burro se vive mucho mejor, en el rey del río ya sacaba a un energúmeno siniestro tonto de pueblo sin venir a cuento que se hacía el encontradizo en el recodo del camino, se ve que el director tiene fijación con este tipo de monstruos de cuento para infantes difuntos, como salidos de Hansel y Gretel o de la imaginación depravada maravillosa del Cela más carpetovetónico cazurro.
- Llega el entierro (de Genarín o Jenaro el de los 14) y la niña que quiere ir al cuartelillo, a cantar la Traviata, a confesarlo to, claro, lógico, por supuesto, que no, le dice el padre y en eso que te descuidas un microsegundo y venga que se autoinculpan en las mismas orejas aviesas de los vecinos, a un milímetro escaso de tu nuca o pabellón auditivo, curiosona, para que lo oigan y escuchen bien todos y todas y aquí no ha pasado nada, circulen.
- Bueno, pues ella allí que va a visitar al tal Tosar por si las moscas, para averiguar todas las cosas, y en seguida, a ello se ponen sin prisa ni pausa, protagonizan/perpetran/catapultan/articulan/despliegan el primero, de muchos, diálogo de besugos absurdo, es que estaba mu preocupada la muchacha y llega a casa de vuelta de la tontera y el padre (que parecía que no lo estaba, preocupado, estate tranquila, nena, párate quieta, chicuela, ocho que ochenta, nadie nos mira, caso cerrado, a otra cosa, la vida continúa, cierro y corto), ni corto ni perezoso, cambio de planes, de repente le dice que tiene que salir con él, con el vecino recién huérfano, para sonsacarle, y ella que no, y él que sí, que se vista mejor, que enseñe más cacha, cacho o carne, que se pinte, píntate los labios, maría, todo lo cual es ya un despropósito delirante que no das abasto, pero si es o era un padre huraño, posesivo, a la antigua chapado, conservador en ese aspecto como muy poco o ninguno, bruto, machista si al público más gusta, y así como si nada le manda al otro a su hija querida tal cual, a ver qué pilla pasa, la información..., a la busca o caza, de lo que sea, arrea.
- Ella, que es una chavala tímida de pueblo, virginal y asustadiza la pobre, casta y pura como la virgen María, no ha conocido varón aunque solo sea porque no lo hay o no lo vemos ni a leguas a la redonda, así tan rica, que le da un aire como de los sesenta san francisco, suéltate el pelo, andoba, y en un arranque, al minuto de conocerle se le desnuda, se le ofrenda, pasa, la puerta está abierta, entra, ancha es Cantabria jajaja, todo el monte es orégano, dale a tu cuerpo alegría macarena, totalmente normal, lo que te espera. Tras previo paso por un cine vacío de pueblo perdido donde no hay nadie, pero que está tan casualmente abierto exclusivamente para ti, suele pasar, aunque en verdad esté cerrado realmente todo el año desde no se sabe cuándo para el resto de la gente, esa masa informe, ese populacho sin derecho, obviamente, lo habitual, costumbrismo rural de manual, para variar.
- A continuación vemos al padre alarmado cabreado superado por que su hija esté con el hombre al que él justo la obligó/mandó/entregó...
Sí, sí, en serio, pero en serio, que ahora le entran los siete males... Suma y sigue... Para bingo. Para ministerio o por lo menos alcaldía de algo rimbombante y muy democrático presidente, no es para menos, tú nos representas, eres necesario, nada contingente.
- A la mañana siguiente la hermana (que se pasa todo el santo día bailando la danza del vientre, es lo que pasa, que se aburre la pobre..., muevo la tibia, muevo el peroné, a quién le importa... ) le dice que nunca me abandones, tía, por favor.... , cuando el día anterior le decía, en el bar, que si no se iba ella con él (con ese tremendo buenorro, pibonazo que quita el hipo y nubla el sentío), lo haría ella misma..

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