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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
3
Thriller. Intriga El profesor de simbología religiosa Robert Langdon, absorto en la investigación de una antigua secta satánica, la de los "Illuminati", busca el arma más mortífera de la humanidad (antimateria), que algunos miembros de esta secta han introducido en el Vaticano. Langdon y una científica italiana se lanzan a una carrera contrarreloj para evitar el desastre. Tras "El código da Vinci", Tom Hanks vuelve a interpretar al profesor Langdon. (FILMAFFINITY) [+]
5 de enero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corre, Tommy, corre.
Comienza y ves al bueno de Hank, ya cincuentón y hermoso, nadando que ni Phelps, con un pelo abundante y azabache, y lo primero ya lo tienes claro. Es una comedia. Cerrada. Abrumadora. Ahora toca saber de qué tipo. Si dulce como flor de loto, agria tal mojino escozío o negra como un pecado toledano.
Rápidamente se resuelve la duda. Oscura a rabiar. Nocturna y alevosa.
Y además la primera pieza encaja con suavidad: los entrenos acuáticos de Tom no eran por rutina o frivolidad, nada que ver, se preparaba para el maratón romano de antemano. Venga a esprintar sin parar. Metido de lleno en uno de esos cutres concursos televisivos que consiste en superar sucesivas pericolosas pruebas y responder acertijos revirados mientras la muchedumbre se emociona, jalea, el alboroto te nubla. Sí, uno de aquellos en los que buscas el mando desesperadamente, el mejor amigo del hombre, el bien más preciado, y tratas de escapar como alma que lleva el diablo. Si no lo consigues, estás perdido. La inquina, el tedio y el horror cinéfilo te comerán cual cervatillo asustado, muy vivo. Solo un posible sueño reparador te podrá salvar de la quema, de semejante ignominia o gran afrenta.
En esas estaba: si dormir o apagar la tele, y ahí que oigo algo de antimateria, partícula de Dios, illuminati, camarlengo, megatones... y uno no es de piedra. Sonaba bien, a tratado sesudo de algún hijo secreto de Rasputín el hermoso, quizás su tío americano tan lejano.
La comedia seguía, pero había un pequeño problema sin casi importancia, sus chistes continuos, sin parar ni un solo segundo, no hacían ninguna gracia, eran demasiado serios. El Hanks, un muermo de cuerpo entero, su ayudanta científica con el sentir apergaminado, el McGregor, un querubín apenas grotesco diciendo sandeces, la guardia suiza, el asesino felón..., a cual más lamentable y sin sustancia. Y como remate final esa trama papal llena de cónclaves de espanto, reuniones secretas, trampas y misterios.
En fin, para hacerse ateo de un maldita vez y olvidar definitivamente esa terrible manía del agnosticismo políticamente correcto tan blandengue y aplaudido por los nada.
Nunca una película tan bobona y de brocha gorda hizo tanto por el ejército de descreídos que en el mundo han sido y que malviven sin esperanza ni consuelo, a punto de pedir la hora y la cuenta, en el último minuto de descuento, al albur de directores de cine sin alma ni confesión a la que agarrarse, que les pueda salvar de un infierno seguro, acolchado y decorado por Howard, ese gran villano, agente del mal en la sombra, un demonio; hasta arriba de catacumbas, iglesias, pasadizos, conspiraciones y pelones.
Yo ahí anduve, peleando con Dios, tras la senda del anticristo. Y, después de tragar este caramelo envenenado y sacarinoso, estoy por ir a visitar al Papa Francisco y hacerle una pedorreta italiana en toda su cara de argentino venerable y muy comediante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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