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Voto de Ferdydurke:
1
6,3
18.686
Drama
Narra la historia real de Louis Zamperini, un joven que, tras participar en los Juegos Olímpicos de 1936, se alistó en las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos para luchar en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Cuando el bombardero en el que combatía se estrelló en medio del Pacífico, navegó a la deriva hasta que fue capturado por los japoneses. (FILMAFFINITY)
31 de julio de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mapa de los sonidos de Tokio. Ñoquis. Estupor y temblores. Andiamo.
Qué malos son los japos. Completamente verídico el dato. Basado en hechos reales.
Película enfermiza, sádica, cruel, perpetrada por tarados, locos peligrosos, gente que no puede andar suelta por la calle, que luego pasa lo que pasa y nos llevamos las manos a la cabeza cuando ya es desgraciadamente demasiado tarde.
No es bueno regodearse ni refocilarse con el sufrimiento humano, ese placer malsano hay que erradicarlo o, por lo menos, no exaltarlo/exhibirlo/festejarlo/celebrarlo tanto.
Que se haga una película como esta demuestra claramente que no tenemos solución, que la barbarie es la norma y el dolor se ha convertido ya en un espectáculo vano, bobo.
O tal vez esté equivocado de nuevo y no sea más que una comedia, mala, de hecho, la escena de los puñetazos en fila es un evidente homenaje, no hace falta ser muy listo para darse cuenta de ello, al inmortal clásico de Abrahams y los Zucker que tan acertadamente da nombre a esta inmarcesible crítica mía, lo que hubiera dado por ponerme a la cola para pegarle yo también un buen hostiazo al mentecato italiano, si lo estaba deseando.
O de cómo un espagueti de mierda es maltratado un buen rato por un amarillo sádico.
Va in crescendo el bochorno, empieza tópica y consabida, sigue tonta y aventurera y según pasan los minutos en el mar primero, con la barba recortada, los tiburones como barberos, y más tarde en tierra ya, aquello se transforma en una sesión de ultraviolencia abismal, colosal, increíblemente estúpida.
Qué malos son los japos. Completamente verídico el dato. Basado en hechos reales.
Película enfermiza, sádica, cruel, perpetrada por tarados, locos peligrosos, gente que no puede andar suelta por la calle, que luego pasa lo que pasa y nos llevamos las manos a la cabeza cuando ya es desgraciadamente demasiado tarde.
No es bueno regodearse ni refocilarse con el sufrimiento humano, ese placer malsano hay que erradicarlo o, por lo menos, no exaltarlo/exhibirlo/festejarlo/celebrarlo tanto.
Que se haga una película como esta demuestra claramente que no tenemos solución, que la barbarie es la norma y el dolor se ha convertido ya en un espectáculo vano, bobo.
O tal vez esté equivocado de nuevo y no sea más que una comedia, mala, de hecho, la escena de los puñetazos en fila es un evidente homenaje, no hace falta ser muy listo para darse cuenta de ello, al inmortal clásico de Abrahams y los Zucker que tan acertadamente da nombre a esta inmarcesible crítica mía, lo que hubiera dado por ponerme a la cola para pegarle yo también un buen hostiazo al mentecato italiano, si lo estaba deseando.
O de cómo un espagueti de mierda es maltratado un buen rato por un amarillo sádico.
Va in crescendo el bochorno, empieza tópica y consabida, sigue tonta y aventurera y según pasan los minutos en el mar primero, con la barba recortada, los tiburones como barberos, y más tarde en tierra ya, aquello se transforma en una sesión de ultraviolencia abismal, colosal, increíblemente estúpida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El tipo llegó a los casi cien tacos. Está claro que la dieta mediterránea es estupenda, sobre todo si le añades un poco de sushi, sus buenos ayunos chungos y unos cuantos palos bien dados y muy agradecidos, la letra, y la eternidad, con sangre mucho mejor entran, no hay por qué negarlo si ha quedado demostrado.
Nota: Lo digo por si algún pobre despistado todavía no se ha enterado, el japo estaba nada secretamente enamorado, hasta las trancas y hasta la gárgola, del potro o pimpollo italiano, pero ya sabemos que esa gente del oriente y el sol naciente, el imperio de los sentidos nada menos, está bastante perturbada y solo sabe demostrar su gran pasión haciendo el cabra, abigarradas y variadas barrabasadas. Ah, y, por supuesto, que era sangre de amor correspondido, la atracción sexual era irrefrenable por entrambas partes contratantes, bidireccional, empática, dios mediante. Igual que a uno le gustaba dar sus buenas palizas, tú, cuando le veas llegar, dale duro, pégale, qué él ya sabrá el porqué, por puro vicio, como Almodóvar/Luci sabía muy bien al principio de su carrera y luego se le fue olvidando algo al pobre, de ley y de honor es reconocerlo, al otro tanto o más le pirra, se le abren las carnes, recibirlas, lo cual, si eres muy obtuso y necesitas ejemplos más concretos para entenderlo, lo puedes ver con meridiana claridad cuando vuelve el corredor olímpico, perdiendo el culo, con ansias desmedidas, de la radio y la dolce vita, muy far niente, pidiendo a gritos más hostias, por favor, que ya las estaba echando a faltar, mucho de menos a lo lejos.
Conclusión: Lo de Hiroshima y Nagasaki queda totalmente explicado, que luego nadie ande poniendo pegas ni se queje ni se sorprenda ni ponga el grito en el cielo ni pregunte las posibles causas o se llame a andanas, o si no que se lo pregunten o digan a Watanabe, ese pájaro loco, de mal agüero y de mucho cuidado, el máximo responsable de todo esto, cuánto lo quiero.
Nota: Lo digo por si algún pobre despistado todavía no se ha enterado, el japo estaba nada secretamente enamorado, hasta las trancas y hasta la gárgola, del potro o pimpollo italiano, pero ya sabemos que esa gente del oriente y el sol naciente, el imperio de los sentidos nada menos, está bastante perturbada y solo sabe demostrar su gran pasión haciendo el cabra, abigarradas y variadas barrabasadas. Ah, y, por supuesto, que era sangre de amor correspondido, la atracción sexual era irrefrenable por entrambas partes contratantes, bidireccional, empática, dios mediante. Igual que a uno le gustaba dar sus buenas palizas, tú, cuando le veas llegar, dale duro, pégale, qué él ya sabrá el porqué, por puro vicio, como Almodóvar/Luci sabía muy bien al principio de su carrera y luego se le fue olvidando algo al pobre, de ley y de honor es reconocerlo, al otro tanto o más le pirra, se le abren las carnes, recibirlas, lo cual, si eres muy obtuso y necesitas ejemplos más concretos para entenderlo, lo puedes ver con meridiana claridad cuando vuelve el corredor olímpico, perdiendo el culo, con ansias desmedidas, de la radio y la dolce vita, muy far niente, pidiendo a gritos más hostias, por favor, que ya las estaba echando a faltar, mucho de menos a lo lejos.
Conclusión: Lo de Hiroshima y Nagasaki queda totalmente explicado, que luego nadie ande poniendo pegas ni se queje ni se sorprenda ni ponga el grito en el cielo ni pregunte las posibles causas o se llame a andanas, o si no que se lo pregunten o digan a Watanabe, ese pájaro loco, de mal agüero y de mucho cuidado, el máximo responsable de todo esto, cuánto lo quiero.