Haz click aquí para copiar la URL
Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
4
Comedia Año 2018. Torrente sale de la cárcel, y se encuentra aturdido ante una España convulsa y dividida. Debe encontrar respuestas en su interior para despejar su confusión, y por ello decide convertirse en un "fuera de la ley". Así que se propone atracar un casino con una banda de incompetentes. A través de un contacto de su estancia en prisión, localiza a John Marshall, la persona que se ocupó de supervisar la seguridad cuando se planificó ... [+]
21 de octubre de 2014
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
La raza degenera. Nuestros símbolos más sagrados se nos vienen abajo. Ya ni siquiera Torrente. Está claro que vamos directos al abismo. España se nos muere. Creía que este día no llegaría nunca, pero no queda más remedio que asumirlo.
Antes, por mal que estuviesen las cosas, teníamos el oasis, la cita asegurada con la figura imperial y acogedora de nuestro héroe patrio; sus kilos y hermosuras, sus curvas y chichas nos protegían, su grandiosa humanidad nos curaba, su tutela patriarcal nos guiaba. Ahora ya nada, ni eso; su panza se ha esfumado, ese escudo mullido y grasiento que nos velaba el mal ha desaparecido, nuestro Titán redentor ha sido domesticado y sometido por las siniestras fuerzas de la blandura y la rendición, de la cobardía y el mamoneo; ha agachado la cerviz y yo me avergüenzo (de él) y me aterro (por el triste futuro que nos espera como nación). Yo acuso y denuncio: es una gigantesca tomadura de pelo.
¿Qué será lo próximo? ¿Jamón de Jabugo sin sal, el himno español con letra, la tercera República, mear y no echar gota?
Pero dejemos este espanto e intentemos ir un poco más allá, elevar el vuelo de nuestras sesudas reflexiones. El verdadero problema, el de siempre, se debe centrar en el análisis del alma escindida del artista conocido como Santiago Segura. Ver a través de su dolor, su agonía existencial, su contradicción y tortura; la lucha nunca resuelta entre el deseo de regalarnos la definitiva obra maestra que nos defina y retrate como merecemos, y el puro afán crematístico; entre la verdad del autor y la voracidad de las masas, sensibilidad versus brutalidad, el eterno conflicto entre el yo y el ellos.
Por un lado, tenemos al cafre, al miserable, al guarro, estercolero humano y humillador del lumpen-famosete, al científico de las pajas y mamadas, al poeta del desvarío y la mugre, al experto en pedos, eructos y fluidos sediciosos, al rey de la escoria y la legaña, al gorrón y borracho, al rastrero y racista, al machista y patán, al cutre y deleznable. Eso lo borda.
Por otro, al aventurero que explota coches (qué manía, para qué tirar el dinero de forma tan cutre e innecesaria) y atraca, al de las tristes y chuscas persecuciones, al lamentable reclutador de desgraciados televisivos, al que se siente obligado a repetir/buscar los mismos chistes malos, al líder de pandillas basura, al jefe de pendejos y boludos, al corre que te pillo, al blanco y babosón contador de infantiladas para adolescentes granulosos, al que copia modelos americanos de tercera generación, al JamesBon y al OceanosOnce, al de las tramas de teleserie/tebeo, al padre de huérfanos y descarriados, el que se enfrenta a malosos, el de los chips, las cámaras de seguridad y otras mierdas. Eso la caga.
Debería haberse centrado en lo suyo. En la picaresca negra. En reivindicar a Berlanga y Azcona. En recoger nuestra tradición más cuartelera y chabacana y refundirla con su particular mala leche y lucidez. En insistir en la comedia burra. En ser cada día más bestia y crítico. En ampliar su radio de acción. Hacer un costumbrismo más salvaje y feroz. Cargar contra todos. Mearse en todo. Zaherir e incordiar de verdad. Ser un terrorista serio, (anti) cultural. Pulir los diálogos. Inventar nuevos personajes. Acordarse más del Buñuel de "Viridiana" y "Los olvidados". Dramatizar, guionizar, interpretar. Olvidarse de los jovenzuelos, del público. Decir lo que le dé la gana, de verdad. Arriesgarse a pifiarla. No tener miedo de echarse a perder. No importarle tanto el dinero.
Despierto y más de lo mismo. Estreno de "Torrente 6. Misión Perejil". Año 2222. Jorge Javier Vázquez es el nuevo Rey de Espana (sin Ñ, nos hemos cosmopolitizado), elegido democráticamente después de la Revolución neomarxista que se produjo en el 2019 y tras la que Euskadi fue anexionada por Nueva Zelanda (por eso del carácter parecido), Cataluña se unió a los Bretones, asesinaron a la Merkel, dio comienzo la Tercera Guerra Mundial, las máquinas tomaron el poder y Matrix nos tiranizó. Vemos a Torrente disfrutando un mamazo de la taratatantannieta de Neus Asensi mientras se come un moco recién sacado de su purulenta nariz y degusta un Soberano a la vez que se tira un pedo que suena a Soleares y trombón afónico. Lo tiene claro, debe viajar en el tiempo, hay que corregir el Gran Error, el primigenio; Perejil debe ser mora o no ser, se infiltrará en una célula yihadista como máximo sacrificio y renuncia, todo por la patria, esa isla fue el comienzo de la perdición, es la verdadera Atlántida y el centro del mal. Pero esta vez Torrente estará inflado de esteroides, marcará paquete y bíceps. Urdangarín, como ya apuntó en la quinta entrega con sus grandes cualidades, será su camarada y Stallone el malvado, calvo, gordo y buen actor (Shakespeareano por lo menos).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow