El fin de la historia. Arrumbado. Redimir. Los cuatro jinetes del apocalipsis. La peste. El gato de Manolete. Pernod. La trompeta de Nietzsche era trompetista.
La Biblia es una comedia, por eso ya nadie la lee, se ha perdido para siempre el sentido del humor, ahora gustan más las tragedias blandas, lo serio, el terror de chichinabo, el sadomasoquismo aguado, las distopías aterradoramente tontas, llenas de zombis y médicos.
El cielo es un pueblucho de mala muerte, por eso ya nadie quiere ir allí, ahora la gente tiene más ínfulas, quiere coche chulo y smartphone de última generación, ruido, entretenimiento del sano, esas bagatelas, bisuterías para niños pequeños, sonajeros santos.
Es una buena película, mejor que la que amanece, más melancólica, destilada, pulida, más dulce, menos bruta, madura, menos graciosa, más sabia y divertida, menos brillante, más profunda. No se pierde apenas en gracias innecesarias, no fuerza la máquina, solo se deja llevar con inteligencia y certeza y está repleta de buenos grandes momentos, de estupendos diálogos y enjundiosas palabras, tanta ligera sustancia, leche con gachas.
Dios es un pobre hombre, claro que existe, pero preferimos pensar que se ha muerto o suicidado, que lo hemos matado de aburrimiento, porque nos da mucha vergüenza asumir que semejante adefesio/mequetrefe sea nuestro padre eterno, el amo de todo esto tan feo, del universo entero, un ridículo energúmeno. Pues sí, ahí sigue vivito y coleando, dando mucho pena el tío, y lo peor es que él es el que más lo sabe, el más consciente de su grotesca y colosal derrota, de tanto fracaso mediocre.
Y Jesucristo es un niño mimado que se pasa el día llorando, que si hoy bajara a la tierra, tendría el éxito asegurado, ya no lo crucificaríamos, lo sacaríamos a hombros, haría tik tok, formaría un colectivo él solo, se le consideraría muy discriminado, se le lloraría, se le pondría en un pedestal y nos arrodillaríamos para pedirle perdón.
La religión está pasada de moda, ahora es la ciencia la nueva magia, más sosa, igualmente/también supersticiosa, la cosa es rezar, idolatrar, plegarse, hacer caso a los gurús de la tribu, a los sacerdotes del templo, a los intermediarios o mensajeros de la verdad revelada.
El nuevo cielo que se está construyendo es un enorme agujero blanco, racista, por tanto, hasta arriba de energía positiva, exacto.
Brindemos.