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Voto de Ferdydurke:
8
7,6
3.678
Cine negro. Drama. Thriller
Harry Fabian trabaja a comisión como gancho de un club, pero es ambicioso y sueña con hacerse independiente. Para conseguirlo no dudará en embaucar al campeón del mundo de lucha greco-romana para que se enfrente a su hijo Kristo, que controla la lucha en Londres. (FILMAFFINITY)
22 de enero de 2024
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacer cualquier cosa que sea a la luz del día.
Una belleza y una hermosura vertiginosamente precisa prieta. Es alucinante y asombrosa la enloquecedora enfebrecida caleidoscópica cantidad de información que te dispensa o regala esta obra magna a tal ritmo endiablado en el que se mueven o suceden sus pasos o hechos en los apenas cien minutos de duración durante los que transcurre o se expande este cinematográfico milagro atravesado escindido encendido por cientos de llamaradas personajes, ambientes (cada uno con sus particularidades o características especiales especialmente durante los primeros treinta o cuarenta minutos de cascada imbatible de espacios y tiempos al unísono), sucedidos, situaciones, dilemas, decisiones, matices, posibilidades, pesquisas, shakespeareanas tramas y maldades a espuertas, escenas, miradas, secuencias, recovecos, celos, intrigas, traiciones, amores, timos, muertes, atrocidades, amistades, peleas, mundos, deseos, decesos, enormidades, necesidades, cruces, temores, temblores, temas, estupores, grandes pasiones y terribles decepciones, dependencias, desilusiones, gracias y acaboses a mil por hora y a empezar vuelta.
Y sin perder nunca el tono, tino ni el sentido o ritmo y contado todo de forma elástica hasta didáctica y clara y distinta, sin perder ripio, detalle o quid, albricias, alquimia, maravilla, gozadera.
Una locura ese despliegue arsenal arracimado de talentos tan promiscuo y atiborrado en una forma tan limpia, lúcida y exacta, panoplia, pericia, una película, en suma y resumen, racionalmente delirante, el contraste como obra de arte.
Y finaliza de manera maravillosa y comienza, la pescadilla que se muerde la cola, círculo vicioso, casi igual o mejor, y por el camino solo encuentro un fallo o pegote un tanto lastimoso o evitable lamentable en todo el deslumbrante viaje o trayecto y me refiero a ese vecino puesto ahí por el ayuntamiento o por la autoridad moral pertinente, vade retro, por lo demás, todo, inmenso, pantagruélico, mesmérico.
Una belleza y una hermosura vertiginosamente precisa prieta. Es alucinante y asombrosa la enloquecedora enfebrecida caleidoscópica cantidad de información que te dispensa o regala esta obra magna a tal ritmo endiablado en el que se mueven o suceden sus pasos o hechos en los apenas cien minutos de duración durante los que transcurre o se expande este cinematográfico milagro atravesado escindido encendido por cientos de llamaradas personajes, ambientes (cada uno con sus particularidades o características especiales especialmente durante los primeros treinta o cuarenta minutos de cascada imbatible de espacios y tiempos al unísono), sucedidos, situaciones, dilemas, decisiones, matices, posibilidades, pesquisas, shakespeareanas tramas y maldades a espuertas, escenas, miradas, secuencias, recovecos, celos, intrigas, traiciones, amores, timos, muertes, atrocidades, amistades, peleas, mundos, deseos, decesos, enormidades, necesidades, cruces, temores, temblores, temas, estupores, grandes pasiones y terribles decepciones, dependencias, desilusiones, gracias y acaboses a mil por hora y a empezar vuelta.
Y sin perder nunca el tono, tino ni el sentido o ritmo y contado todo de forma elástica hasta didáctica y clara y distinta, sin perder ripio, detalle o quid, albricias, alquimia, maravilla, gozadera.
Una locura ese despliegue arsenal arracimado de talentos tan promiscuo y atiborrado en una forma tan limpia, lúcida y exacta, panoplia, pericia, una película, en suma y resumen, racionalmente delirante, el contraste como obra de arte.
Y finaliza de manera maravillosa y comienza, la pescadilla que se muerde la cola, círculo vicioso, casi igual o mejor, y por el camino solo encuentro un fallo o pegote un tanto lastimoso o evitable lamentable en todo el deslumbrante viaje o trayecto y me refiero a ese vecino puesto ahí por el ayuntamiento o por la autoridad moral pertinente, vade retro, por lo demás, todo, inmenso, pantagruélico, mesmérico.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
El final es absolutamente genial, el colmo, puestos a venderlo todo, hasta a su madre si cabe, sin dudarlo ni un segundo su alma, que me temo que no, si alguien la quisiera, se vende, o por lo menos lo intenta (de perdidos al río, seguro de vida, me suicido y cobras un millón de dólares, querida, amada mía) y hasta en eso, cómo no, ni una a derechas, fracasa, a sí mismo (el ideal del capitalismo, la muerte, también se tasa, oferta demanda, ley del mercado, tenía un precio), quiero, no la de Alfredo García, mi propia cabeza, tampoco la de Juan Bautista, te la ofrezco ofrendo en bandeja de plata, que se la sirvan a mi novia o prometida para que algo en mi vida sirva valga por fin para algo, la pena, dé, de una puta vez, algún dinero o provecho, sea un boyante o exitoso próspero negocio, pero ni por esas, no hay modo, al hoyo sin bollo, ni muerto un dólar por mi cabellera, a la basura, a la lona, al agua, acojonante, grandioso, fenómeno.
Pero..., lo dicho, el pasmarote grotesco del vecino que intenta emborronar estropear la faena, aguar la sagrada fiesta, ese final glorioso como de La ley del silencio con su bochornosa presencia, bulto sospechoso, aparecida a última hora con la pasma, éramos pocos y parió la abuela, el sursum corda.
Y además, cambiemos mejor de tema, volvamos a de la felicidad la senda y olvidémonos de engendros o estrambotes sin nombre, es lo que dice ella, lo tiene o tenía todo, inteligencia (la película casi parece una partida de -novela de- ajedrez, o un videojuego, pasando pantallas sin freno ni descanso, del hambre los juegos, pruebas superadas, movimiento perpetuo, moviendo piezas, acción y pensamiento), agallas, trabajo a destajo (un estajanovista de la estafa y el sueño), buena pinta, impoluto, soluciones a toda hora, jeta, imaginación, ocurrencias, voluntad -de poder o lo que sea o haga falta-, clarividencia para salir de atolladeros o callejones sin salida, don de gentes, encanto, carisma, simpatía a raudales, buena madera, al fin y al cabo las mejores intenciones, magia potagia, pero todo eso no importa o vale nada si no tienes lo más importante o lo único que realmente cuenta, la capacidad suficiente para ser consciente de que se trata tan solo de ser o hacerse el tonto, dúctil, dócil o maleable, barro en sus manos, de no meterse en problemas, en camisa de once varas y agachar la cerviz o cabeza cuando toca que es más o menos siempre, de doblar el espinazo, amo, aguantar o conformarse, rebaño, de no querer tanto o pedir todo, de ser una bendita hormiguita y no una jodida cigarra, de... (a la) mierda, a tomar por culo las bicicletas son para el verano, que se jodan, escupiré sobre vuestra tumba.
El tercer hombre.
La dirección es apabullante y los actores están bien, sobre todo él necesariamente excesivo, no es una película para tibios, y el gordo como Welles Orson en Sed de mal, asolando, la grasa y el diablo, a más carnes mayor perrería, y los luchadores griegos son insuperables, adorables monstruos, también el otro forzudo forzoso memo, el gigante viejo no se puede morir mejor, cuánta grandeza atesora esa delicada de bailarina alma, y los secundarios y los bajos fondos, m, el vampiro de düsseldorf, un de luces y colores espectáculo, lo veo todo en blanco y negro, me sumo.
Atrapado por su presente, infinito, retorno eterno.
Marcado a fuego no por el odio, lo contrario, por el amor a todo lo dado o todavía no llegado, omnímodo.
Ciudad en la noche.
Corre, Forrest, corre, Lola, corre, Sammy, por qué.
Joe Cocker, summer in the city.
Abrumador clasicazo.
Pero..., lo dicho, el pasmarote grotesco del vecino que intenta emborronar estropear la faena, aguar la sagrada fiesta, ese final glorioso como de La ley del silencio con su bochornosa presencia, bulto sospechoso, aparecida a última hora con la pasma, éramos pocos y parió la abuela, el sursum corda.
Y además, cambiemos mejor de tema, volvamos a de la felicidad la senda y olvidémonos de engendros o estrambotes sin nombre, es lo que dice ella, lo tiene o tenía todo, inteligencia (la película casi parece una partida de -novela de- ajedrez, o un videojuego, pasando pantallas sin freno ni descanso, del hambre los juegos, pruebas superadas, movimiento perpetuo, moviendo piezas, acción y pensamiento), agallas, trabajo a destajo (un estajanovista de la estafa y el sueño), buena pinta, impoluto, soluciones a toda hora, jeta, imaginación, ocurrencias, voluntad -de poder o lo que sea o haga falta-, clarividencia para salir de atolladeros o callejones sin salida, don de gentes, encanto, carisma, simpatía a raudales, buena madera, al fin y al cabo las mejores intenciones, magia potagia, pero todo eso no importa o vale nada si no tienes lo más importante o lo único que realmente cuenta, la capacidad suficiente para ser consciente de que se trata tan solo de ser o hacerse el tonto, dúctil, dócil o maleable, barro en sus manos, de no meterse en problemas, en camisa de once varas y agachar la cerviz o cabeza cuando toca que es más o menos siempre, de doblar el espinazo, amo, aguantar o conformarse, rebaño, de no querer tanto o pedir todo, de ser una bendita hormiguita y no una jodida cigarra, de... (a la) mierda, a tomar por culo las bicicletas son para el verano, que se jodan, escupiré sobre vuestra tumba.
El tercer hombre.
La dirección es apabullante y los actores están bien, sobre todo él necesariamente excesivo, no es una película para tibios, y el gordo como Welles Orson en Sed de mal, asolando, la grasa y el diablo, a más carnes mayor perrería, y los luchadores griegos son insuperables, adorables monstruos, también el otro forzudo forzoso memo, el gigante viejo no se puede morir mejor, cuánta grandeza atesora esa delicada de bailarina alma, y los secundarios y los bajos fondos, m, el vampiro de düsseldorf, un de luces y colores espectáculo, lo veo todo en blanco y negro, me sumo.
Atrapado por su presente, infinito, retorno eterno.
Marcado a fuego no por el odio, lo contrario, por el amor a todo lo dado o todavía no llegado, omnímodo.
Ciudad en la noche.
Corre, Forrest, corre, Lola, corre, Sammy, por qué.
Joe Cocker, summer in the city.
Abrumador clasicazo.