Historia alucinante contada de forma maravillosa. Interesa, entretiene y emociona.
Perfecta en su redondez. Han elegido una gran historia y la han clavado; perfecta la narración, el ritmo, la graduación del misterio, la utilización de la música, las entrevistas: todo.
El problema es que han ido a lo fácil; no han profundizado en las zonas oscuras, en las aristas, en las sombras que toda vida tiene. Las han esbozado y las han dejado de lado. Han preferido la vida de santos, cantar la épica, el mito que, como tal, no es humano. Han preferido la imagen idealizada. El santo emigrante, el santo pobre, el santo obrero y el santo padre. Ya sé que hubiera sido otra película, seguramente peor, más revoltosa e irregular, menos bonita, pero también más de verdad.
Al final nos quedamos con una gozada, un disfrute absoluto; una película que cuando la quieres coger se te escurre de las manos porque, en el fondo, todos lo sabemos, no es más que humo, la materia de la que están hechas las leyendas.