Media votos
4,2
Votos
2.758
Críticas
2.755
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Ferdydurke:
6
13 de septiembre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un viaje de ida y vuelta. Un amor contrariado. Y la vida que se escapa entre fotos, fiestas y gansteres.
Una familia judía con tres hermanos muy distintos, el hijo pródigo, el asesino y la mujer pragmática casada con un filósofo.
Es, por supuesto, el Woody de siempre, una buena cara, una historia más dulce, mejor llevada, menos forzada, más fluida y sutil de lo que temíamos. Los mismos temas, la nostalgia, el pasado como mito, el amor frágil, las familias problemáticas, el judaísmo en conflicto, tratados con suavidad y no tan enfáticamente como en otras ocasiones. Un buen acabado; fotografía apurada y deleitosa y magníficos actores.
También hay la indispensable amargura, el humor a gotas de escepticismo y lucidez, y una mezcla de pesimismo general y vitalidad narrativa, indestructible. Antes de morir hay que contar, siempre, hasta el final, seguir contando cuentos, aunque le pierda cierta querencia hacia los ricos y famosos últimamente, mientras que los obreros del cine, su ejercito de seguidores más o menos fieles, le perdonamos ese esnobismo artístico y le seguimos queriendo casi como el primer día, como (¿no?) hay Dios.
La parte cinéfila sirve de fondo no demasiado crítico (se queda en la superficie y el tópico) para los amores y vaivenes sentimentales de sus protagonistas. Coincide en el tiempo, casi, con los Coen ("¡Ave, César!") en su viaje al pasado glorioso del cine americano de los grandes estudios. Aquellos, no con mucho éxito, sí pusieron más el foco en el contexto y menos en sus personajes.
También me recordó, la estructura de los ahogos amatorios de los protagonistas, a "El apartamento" de Wilder. Y, esta es fácil, lejanamente al Fitzgerald de "El último magnate" y a la versión de Kazan.
Bien.
Una familia judía con tres hermanos muy distintos, el hijo pródigo, el asesino y la mujer pragmática casada con un filósofo.
Es, por supuesto, el Woody de siempre, una buena cara, una historia más dulce, mejor llevada, menos forzada, más fluida y sutil de lo que temíamos. Los mismos temas, la nostalgia, el pasado como mito, el amor frágil, las familias problemáticas, el judaísmo en conflicto, tratados con suavidad y no tan enfáticamente como en otras ocasiones. Un buen acabado; fotografía apurada y deleitosa y magníficos actores.
También hay la indispensable amargura, el humor a gotas de escepticismo y lucidez, y una mezcla de pesimismo general y vitalidad narrativa, indestructible. Antes de morir hay que contar, siempre, hasta el final, seguir contando cuentos, aunque le pierda cierta querencia hacia los ricos y famosos últimamente, mientras que los obreros del cine, su ejercito de seguidores más o menos fieles, le perdonamos ese esnobismo artístico y le seguimos queriendo casi como el primer día, como (¿no?) hay Dios.
La parte cinéfila sirve de fondo no demasiado crítico (se queda en la superficie y el tópico) para los amores y vaivenes sentimentales de sus protagonistas. Coincide en el tiempo, casi, con los Coen ("¡Ave, César!") en su viaje al pasado glorioso del cine americano de los grandes estudios. Aquellos, no con mucho éxito, sí pusieron más el foco en el contexto y menos en sus personajes.
También me recordó, la estructura de los ahogos amatorios de los protagonistas, a "El apartamento" de Wilder. Y, esta es fácil, lejanamente al Fitzgerald de "El último magnate" y a la versión de Kazan.
Bien.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
La historia del vecino que se fue y no volvió es buena. Ponía la música alta, debía morir, qué duda cabe.
La conversión a última hora del hermano al catolicismo está llena de retranca y sano, malvado humor.
La opción elegida por la chica, ante la duda siempre el pez gordo (así lo reconoce ella mismo), por mucho que se haya comportado como un patán, y su posterior transformación en todo aquello que decía repudiar es pura filosofía Allen en lo que atañe a "sus mujeres de cine", lobas con piel de cordera, finalmente arpías, no es la primera vez que se ve rechazado porque ellas eligen acomodo y economía, sana y cruel inmoralidad, en lugar de ideal y bohemia (en "Delitos y faltas", por ejemplo, ella, Mia, elegía al ridículamente vanidoso Alda en detrimento de la supuesta afinidad intelectual y afectiva que sentía por Woody).
La conversión a última hora del hermano al catolicismo está llena de retranca y sano, malvado humor.
La opción elegida por la chica, ante la duda siempre el pez gordo (así lo reconoce ella mismo), por mucho que se haya comportado como un patán, y su posterior transformación en todo aquello que decía repudiar es pura filosofía Allen en lo que atañe a "sus mujeres de cine", lobas con piel de cordera, finalmente arpías, no es la primera vez que se ve rechazado porque ellas eligen acomodo y economía, sana y cruel inmoralidad, en lugar de ideal y bohemia (en "Delitos y faltas", por ejemplo, ella, Mia, elegía al ridículamente vanidoso Alda en detrimento de la supuesta afinidad intelectual y afectiva que sentía por Woody).