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Voto de Ferdydurke:
9
7,0
16.880
Romance. Drama
Nueva York, año 1870. Newland Archer (Daniel Day-Lewis), un caballero de la alta sociedad neoyorquina, está prometido con May Welland (Winona Ryder), una joven de su misma clase social. Pero sus sentimientos cambian cuando conoce a la poco convencional prima de May, la condesa Olenska (Michelle Pfeiffer). Desde el principio, defenderá la difícil posición de la condesa, cuya separación de un marido autoritario la ha convertido en una ... [+]
13 de abril de 2016
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Prodigiosa película de Scorsese en un registro insólito en su obra, el del drama histórico, de época, de la buena sociedad. Basada en una novela de la gran Edith Wharton.
Un festín en cuerpo y alma, a última sangre. Un deleite de cuadros, chascarrillos, maldades y (mucha) sustancia. Grandes personajes y un estudio de una clase social y un momento. Un gran amor, imposible, claro, como metáfora perfecta, de todo, de la vida misma, ahí es nada.
Lo fundamental yo diría que es el trabajo de espeleología, con escafandra, gafas de bucear y bombona de oxígeno que se realiza muy al fondo, donde reina la oscuridad, casi no hay vida y apenas se puede respirar, de la mentira, de la hipocresía social, de las buenas formas y los sobreentendidos; o, parecido, un tratado, de una lucidez insoportable/deslumbrante, sobre el funcionamiento de los signos y los símbolos en las relaciones entre los seres humanos; de cómo nada tiene que ver lo que se dice o aparentemente se hace con lo que de verdad se está tramando, decidiendo y realizando; el abismal espacio que separa las apariencias y las buenas palabras de los verdaderos intereses, deseos y objetivos de las personas.
Pero es muchas cosas más:
- El análisis frío de un perfecto imbécil, con perdón de la inofensiva provocación. Quizás sería más justo decir un gran ignorante o inocente que nunca se entera de nada, que siempre va dos pasos por detrás de la jugada, que está en un ay constante porque no se da cuenta de cómo se mueven los demás en realidad. Un personaje que quiere escapar de su cárcel de oro y no sabe cómo. Y lo peor: cree que puede, y, evidentemente, no es posible, nunca.
- El amor como forma pactada de organización del clan; suma de fuerzas, de fines compartidos, donde es superfluo hablar de sentimientos o anhelos profundos. Y su contrario, el amor pasional, romántico; el afán, la necesidad de buscar lo nuevo, lo diferente, la libertad y la esperanza.
- La tribu. El grupo como una fuerza imparable que siempre está conspirando por el bien general y que sacrifica a los más débiles o torpes, lo colectivo se impone a lo individual. Todos se conocen y hablan el mismo idioma en clave. Todos son hijos de la misma familia.
- El matriarcado. Estamos a finales del XIX y vemos cómo son las mujeres las que mueven los hilos y deciden las cosas importantes; en concreto una, la cachonda y estupenda señora gorda de los perritos, la abuela, la abeja reina que con la ayuda inestimable de su parentela y amistades dirige con mano de hierro y enorme deportividad los destinos de sus vástagos o súbditos; soldados todos del mismo ejército.
- De fondo, el eterno contraste entre la pacata América, pueril y reprimida, y la depravada Europa. Aunque aquí quede muy matizado y relativizado por una mirada descreída y vitriólica.
- La dichosa voz en off, tan poco querida por el público en su mayoría, aparece aquí como contrapunto necesario, tan irónica como informativa; imprescindible a mi parecer; cubre de capas y recovecos la trama.
La película es de una enorme complejidad en el fondo, pero de una maravillosa fluidez y belleza en la forma. Tiene varios tonos y estilos. Comienza como un drama psicológico, pasa a pasión imposible y termina como suave y triste elegía, como calmado y melancólico retrato de, ni más ni menos, que la existencia entera; del paso del tiempo y todo aquello que dejamos penosa e inevitablemente atrás.
Soberbios y hermosos los actores. Alucinante todo lo demás, desde el vestuario o la banda sonora hasta la fotografía o el guion. Recorrido todo por un sutil humor que por momentos, según avanza la historia, se transforma casi en sarcasmo horrorizado, en broma negra, fúnebre, amable y educada, con exquisita sorna, enmienda a la totalidad.
Una delicia punzante, hiriente, gozosa.
Él: no acaba de casar, algo falla, algo le falta, o le sobra, un exceso de sensibilidad es una carga en este caso (y, mucho me temo, que en casi cualquiera que imaginemos). Se ciega en su ansia por querer más, por pretender una "vida real", y no es capaz de ver lo que tiene en frente, con quién se juega los cuartos de verdad, su destino real. Es como un barquichuelo manejado por todos, siempre en falso, frustrado, impotente, queriendo, inútilmente, huir hacia ninguna parte. Da pena y también un poco de risa. Es bueno, necio, un pequeño truhan sin conocimiento, confundido por su egoísmo infantil y su idealismo juvenil.
Ella, la esposa: es quizás el personaje más interesante, el más rico, ya que es el que pasa más desapercibido y el que tiene la llave de todo. La que parece una cosa y es lo contrario. La pavisosa, la pánfila, la tonta o en realidad quizás la que se da cuenta de todo y siempre mueve ficha la primera. La conspiradora. La imagen perfecta de la perpetuación de la especie, ese atavismo infinito, de la familia perenne; la pragmática y consciente, la insensible, la que, tras su calma y bondad, esconde un gran vacío, ese vacío que late y no cesa tras las buenas maneras y que es la realidad misma, el fundamento de las cosas, el mecanismo o sonido del mundo. Ella es el aceite que engrasa la maquinaria, la propiciadora; la madre, la amante y la esposa. La pieza definitiva, el soldado fiel, el medio, la última tuerca.
Un festín en cuerpo y alma, a última sangre. Un deleite de cuadros, chascarrillos, maldades y (mucha) sustancia. Grandes personajes y un estudio de una clase social y un momento. Un gran amor, imposible, claro, como metáfora perfecta, de todo, de la vida misma, ahí es nada.
Lo fundamental yo diría que es el trabajo de espeleología, con escafandra, gafas de bucear y bombona de oxígeno que se realiza muy al fondo, donde reina la oscuridad, casi no hay vida y apenas se puede respirar, de la mentira, de la hipocresía social, de las buenas formas y los sobreentendidos; o, parecido, un tratado, de una lucidez insoportable/deslumbrante, sobre el funcionamiento de los signos y los símbolos en las relaciones entre los seres humanos; de cómo nada tiene que ver lo que se dice o aparentemente se hace con lo que de verdad se está tramando, decidiendo y realizando; el abismal espacio que separa las apariencias y las buenas palabras de los verdaderos intereses, deseos y objetivos de las personas.
Pero es muchas cosas más:
- El análisis frío de un perfecto imbécil, con perdón de la inofensiva provocación. Quizás sería más justo decir un gran ignorante o inocente que nunca se entera de nada, que siempre va dos pasos por detrás de la jugada, que está en un ay constante porque no se da cuenta de cómo se mueven los demás en realidad. Un personaje que quiere escapar de su cárcel de oro y no sabe cómo. Y lo peor: cree que puede, y, evidentemente, no es posible, nunca.
- El amor como forma pactada de organización del clan; suma de fuerzas, de fines compartidos, donde es superfluo hablar de sentimientos o anhelos profundos. Y su contrario, el amor pasional, romántico; el afán, la necesidad de buscar lo nuevo, lo diferente, la libertad y la esperanza.
- La tribu. El grupo como una fuerza imparable que siempre está conspirando por el bien general y que sacrifica a los más débiles o torpes, lo colectivo se impone a lo individual. Todos se conocen y hablan el mismo idioma en clave. Todos son hijos de la misma familia.
- El matriarcado. Estamos a finales del XIX y vemos cómo son las mujeres las que mueven los hilos y deciden las cosas importantes; en concreto una, la cachonda y estupenda señora gorda de los perritos, la abuela, la abeja reina que con la ayuda inestimable de su parentela y amistades dirige con mano de hierro y enorme deportividad los destinos de sus vástagos o súbditos; soldados todos del mismo ejército.
- De fondo, el eterno contraste entre la pacata América, pueril y reprimida, y la depravada Europa. Aunque aquí quede muy matizado y relativizado por una mirada descreída y vitriólica.
- La dichosa voz en off, tan poco querida por el público en su mayoría, aparece aquí como contrapunto necesario, tan irónica como informativa; imprescindible a mi parecer; cubre de capas y recovecos la trama.
La película es de una enorme complejidad en el fondo, pero de una maravillosa fluidez y belleza en la forma. Tiene varios tonos y estilos. Comienza como un drama psicológico, pasa a pasión imposible y termina como suave y triste elegía, como calmado y melancólico retrato de, ni más ni menos, que la existencia entera; del paso del tiempo y todo aquello que dejamos penosa e inevitablemente atrás.
Soberbios y hermosos los actores. Alucinante todo lo demás, desde el vestuario o la banda sonora hasta la fotografía o el guion. Recorrido todo por un sutil humor que por momentos, según avanza la historia, se transforma casi en sarcasmo horrorizado, en broma negra, fúnebre, amable y educada, con exquisita sorna, enmienda a la totalidad.
Una delicia punzante, hiriente, gozosa.
Él: no acaba de casar, algo falla, algo le falta, o le sobra, un exceso de sensibilidad es una carga en este caso (y, mucho me temo, que en casi cualquiera que imaginemos). Se ciega en su ansia por querer más, por pretender una "vida real", y no es capaz de ver lo que tiene en frente, con quién se juega los cuartos de verdad, su destino real. Es como un barquichuelo manejado por todos, siempre en falso, frustrado, impotente, queriendo, inútilmente, huir hacia ninguna parte. Da pena y también un poco de risa. Es bueno, necio, un pequeño truhan sin conocimiento, confundido por su egoísmo infantil y su idealismo juvenil.
Ella, la esposa: es quizás el personaje más interesante, el más rico, ya que es el que pasa más desapercibido y el que tiene la llave de todo. La que parece una cosa y es lo contrario. La pavisosa, la pánfila, la tonta o en realidad quizás la que se da cuenta de todo y siempre mueve ficha la primera. La conspiradora. La imagen perfecta de la perpetuación de la especie, ese atavismo infinito, de la familia perenne; la pragmática y consciente, la insensible, la que, tras su calma y bondad, esconde un gran vacío, ese vacío que late y no cesa tras las buenas maneras y que es la realidad misma, el fundamento de las cosas, el mecanismo o sonido del mundo. Ella es el aceite que engrasa la maquinaria, la propiciadora; la madre, la amante y la esposa. La pieza definitiva, el soldado fiel, el medio, la última tuerca.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
La otra: personaje fabuloso. Muy complejo pero más a la vista que su "rival" y prima (la película es, también, en voz más baja, soterradamente, un duelo a muerte, a tumba abierta, entre las dos, pelean por él, bueno, él es la excusa, el instrumento necesario, en verdad luchan por el sentido, por recuperarlo en el caso de Pfeiffer, por mantenerlo en el de Winona, por que esa forma de vida no se pierda ni se disgregue, por que esa clase social pueda seguir disfrutando de todos sus privilegios. Gana la de dentro, la fuerte, la protegida por todos. La otra ya es una intrusa, una "perdida" que tendrá que regresar a Europa, su turno ya pasó y está marcada), es la que quedó fuera de juego y quiere volver, pero ya no es posible. Como le dice a él, yo sí sé lo que es estar más allá de esta telaraña tan asfixiante en la que vivimos y ese lugar es todavía peor que esta prisión, no es para nosotros, ahí mataríamos lo que sentimos. Así es. Su pasión se alimenta de su carácter utópico. Si se realizase, perdería el sentido, nada duraría.
Casi todos los momentos son valiosos. Pero... :
- Las escenas en las que se reúne la tribu alrededor de la mesa. Cuando se representa la comedia y se ejecutan los veredictos. Esa cena final, tan tremenda, en la que él, tan candoroso, descubre que todos sabían lo que él creía ultra secreto. Cuando comprende que su destino está decidido, la suerte echada. Y que su opinión o sus deseos no cuentan nada, que está atrapado y no hay ninguna posibilidad de escape.
- Cuando él, durante el viaje de novios a Europa, intenta invitar a un francés cultivado y se encuentra con el rechazo de su esposa. Ella le explica que no es conveniente por su vulgaridad. Siente un escalofrío ante el futuro que le espera, ante esa prisión/presión benévola, constante, implacable, de ella como carcelera.
- Cuando trata de irse lejos, muy lejos, al lejano oriente si le dejan. Y ella se lo impide. Lo mismo que le había saboteado, y con el mismo método conspirativo, en las sombras de las conversaciones entre las mujeres del clan, su tan ansiada noche de "entrega" con Olenska. Ni consigue la satisfacción sexual tanto tiempo postergada ni logra viajar a los confines de la tierra. Ahí se plasma, se destruye ese precario equilibrio entre el instinto puro, más primario y sin domesticar, por mucho que él lo trate de sublimar, y su reformulación castradora, familiar, inevitable, su desembocadura matrimonial. Esa incompatibilidad queda claramente explicada. Esa escena es casi de puro terror, en la noche, cuando él reconoce que desea la muerte de su esposa y ella lo reconduce al rebaño de nuevo como a una pobre oveja descarriada.
El final apunta a un plácida pesadumbre. La vida sigue, lo que quisimos o deseamos ya nada importa, la fuerza del grupo y de la especie se impuso y sus hijos seguirán sus pasos, eternamente.
Casi todos los momentos son valiosos. Pero... :
- Las escenas en las que se reúne la tribu alrededor de la mesa. Cuando se representa la comedia y se ejecutan los veredictos. Esa cena final, tan tremenda, en la que él, tan candoroso, descubre que todos sabían lo que él creía ultra secreto. Cuando comprende que su destino está decidido, la suerte echada. Y que su opinión o sus deseos no cuentan nada, que está atrapado y no hay ninguna posibilidad de escape.
- Cuando él, durante el viaje de novios a Europa, intenta invitar a un francés cultivado y se encuentra con el rechazo de su esposa. Ella le explica que no es conveniente por su vulgaridad. Siente un escalofrío ante el futuro que le espera, ante esa prisión/presión benévola, constante, implacable, de ella como carcelera.
- Cuando trata de irse lejos, muy lejos, al lejano oriente si le dejan. Y ella se lo impide. Lo mismo que le había saboteado, y con el mismo método conspirativo, en las sombras de las conversaciones entre las mujeres del clan, su tan ansiada noche de "entrega" con Olenska. Ni consigue la satisfacción sexual tanto tiempo postergada ni logra viajar a los confines de la tierra. Ahí se plasma, se destruye ese precario equilibrio entre el instinto puro, más primario y sin domesticar, por mucho que él lo trate de sublimar, y su reformulación castradora, familiar, inevitable, su desembocadura matrimonial. Esa incompatibilidad queda claramente explicada. Esa escena es casi de puro terror, en la noche, cuando él reconoce que desea la muerte de su esposa y ella lo reconduce al rebaño de nuevo como a una pobre oveja descarriada.
El final apunta a un plácida pesadumbre. La vida sigue, lo que quisimos o deseamos ya nada importa, la fuerza del grupo y de la especie se impuso y sus hijos seguirán sus pasos, eternamente.