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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
7
Drama El 15 de Julio de 2013, el extesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, es trasladado desde la prisión para declarar en la Audiencia Nacional. Hasta este día, había negado toda relación con los llamados "papeles de Bárcenas", pero después de 18 días en prisión ha decidido cambiar su declaración. Esta película retrata lo que pasó en esa sala aquel día. (FILMAFFINITY)
25 de enero de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
(Todo es spoiler, obviamente)
No mantengo la afirmación.
Teatro. Dos actores enormes y un gran texto. Palabras a chorros y buenos secundarios.
Sobriedad. Verdad. Austeridad. Rigor. Bella elegancia despojada.
Una maquinaria desmontada pieza a pieza en su implacable funcionamiento.
Donantes anónimos (aquí muchos con su nombre, hasta José Luis Moreno) que no querían ser anónimos y que solo pretendían/lograban la posibilidad de acceder a una audiencia real (política). Sin ánimo de lucro (seguramente). Para intercambiar opiniones y hablar del tiempo y el RealMadridFútbolclubBarcelona.
Dinero con tres posibles destinos:
- Sobresueldos para los pobres políticos que no ganan lo suficiente por defender/representar a los ciudadanos mediante el mejor sistema conocido por el hombre, la democracia.
- Campañas electorales indispensables para informar como es debido a los ansiosos ciudadanos deseosos de conocer las buenas nuevas programáticas democráticas.
- Otros asuntos o complementos. La vida entera cabe en ellos.
- Lo que sobra. Para la caja. Y ya veremos.
¿El modo y el tiempo? Sobres marrones mensuales entregados en mano a jefes, adyacentes y todos sus secretarios y buenas gentes.
¿El mayor enemigo de Bárcenas? La María Dolores de Cospedal que asusta al personal. Entre ojo y ojo la tiene el pobre. Es a la única que acusa de exigir directamente dinero.
¿A quién más teme? A Aznar el innombrable. De cuyo nombre no se acuerda o confunde. Jota Eme o Jota Erre.
¿Lo que más le duele? Su santa mujer que por ella se muere y de lágrimas casi se nos conmueve si su nombre le viene. Entre mafiosos, piensa él, no se puede tocar a la familia, eso supone traspasar el límite, traicionar los códigos.
¿Cómo es ese señor? Arrogante, engreído, contenido, orgulloso de sí mismo, dolido. Frío, fiero y algo ridículo. Se nota, se ve que está acostumbrado a fajarse, a guardar las formas, a ir de gran hombre pese a no ser más que un intermediario, un fontanero, un medio o mediante, un adverbio solamente. Vanidoso. Que se tiene en alta estima, se quiere injustamente perseguido, se duele del martirio, se cree honrado, pundonoroso, un buen soldado, fiel a sus amigos y al partido. Honorable en su eficiencia. Se sabe un tornillo valioso, parte de un engranaje monstruoso. Piensa que es un privilegiado y que otros más cutres (menos disciplinados y samuráis) le han maltratado. Que los políticos son patéticos y más bajos al hacer de bufones, vivir de mentiras y la eterna petición de votos. Y los desprecia aunque viva de ellos, lo mismo que desprecia al resto de la ciudadanía, al considerar que no han sabido prosperar ni destacar en la jungla humana que es la vida. Un sálvese quien pueda de un hombre con moral de mafioso siciliano, que abraza una ética aparte que permite a unos cuantos vivir por encima de sus posibilidades y capacidades, mucho más mediocres de lo que pretenden. Por eso quiere dar miedo e imponer respeto, de ahí su actitud intimidante y el aire de militar fullero, de gran cacique de los bajos fondos, seguro, intachable, superior, leal, eso trata de aparentar y hacer creer, que está más allá de la vulgaridad del resto, que está más cerca del orden natural de las cosas.
¿Y el otro, su némesis actoril o peliculero teatral, el gran juez Ruz? Otra cosa, más cercano, menos altivo, más discreto, sencillo y relajado. Exquisito y puntilloso. Correcto. Juicioso. Gris. En segundo plano. Forma parte de otra fábrica, es otro clavo en otra máquina. Hermana. Pero aquí algo lejana.
Los dos, Casablanc y Solo, están inmensos. Pero al que hay que sacar a hombros es al primero. Habla como metralleta acatarrada, de voz nasal, pelo engominado y brazos como escudo. Casi resulta tierno esbirro en su raciocinio de bribón de medio pelo, de mafioso de poco vuelo.
Sí, la política, los partidos, el PP, son una entente aberrante y grosero desopilante, un siniestro cachondeo, una organización criminal de libre comercio en el intercambio de trapicheos, en el saqueo, en la corrupción como norma, no como excepción, como regla inviolable y primera, mandamiento fundamental, dios al que hay que rezar y todas las fuerzas destinar.
Quizás lo más divertido (hay mucho de gracioso, y terrorífico, en la inocente, por costumbre, descripción de tanto cinismo, en la normalidad con la que se habla de lo que es ese mundo) se produce al comentar cómo contactaban o buscaban donantes/clientes. Esa simpática extorsión, el salario del miedo, el impuesto revolucionario, el trueque con almanaque que consistía en tantear las rentas más pimpantes para sablearlas a cambio de futuros premios, regalos e influencias, chanchullos, permisos, gabelas y beneficios.
Si me citas, te cito. Si me das, te doy. Si me llamas, te llamo.
La película es una miniatura impecable. Solo yerra cuando se pone levemente enfática a través de algunos gestos innecesarios y subrayados, ciertas reacciones o miradas gruesas de los allí presentes.
Hasta tiene un crescendo y un clímax que cita las amenazas (muy poco) veladas del partido al respecto del futuro negro de su mujer si hablaba más de la cuenta.
(Y, se supone, que si tuvo que desdecirse y contar lo realmente ocurrido, fue al ver que seguía girando la rueda y le dejaban con el culo al aire. Para así hacerse fuerte y luchar con algo en la mano, con una fuerza y un posible miedo del partido. Pero pasó por la cárcel el truhan individuo, el felón chulesco. Alguien tenía que pagar un precio. Un chivo expiatorio para salvaguardar a tanto mangante)
El epílogo quizás peque de redundante. Lo cual no quita que sea glorioso en su exacto retrato de España, de Rajoy, del congreso, de los partidos, del PP, de la democracia, quién sabe si hasta del propio pueblo.
Buena obra, terrible, ligera, vertiginosa y fascinante en su acercamiento al otro lado de las cosas, exacta en su pulcra representación de una realidad tan verdadera como una piedra, igual de ruda, bruta y plena, como una persona que cuenta, tan voluble, rica y cenagosa.
Ferdydurke
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