La revolución en marcha. En construcción. Opera aperta. Un mundo nuevo.
Sin música ni banda sonora, un triste pianito o acompañamiento ni mierdas u hostias en vinagre, a pelo, a ver si hay huevos.
Vertiginosa agitación y propaganda. Publirreportaje de belleza seca estoica densa fiera esencial salvaje que va a mil por hora con un montaje loco espasmódico speedico centramínico y que no para de hacer lanzar alabanzas al régimen, loor de multitudes, hincado de hinojos, Vertov, pero sin alharacas ni componendas o afeites, al grano, pontificando pero con el mazo dado y golpeando, a machamartillo, bravo, nino.
Glorificación del trabajo, de la colaboración, del colectivo, del pueblo, el ascetismo, del criterio y la dirigencia, de los amados líderes, del pragmatismo y la inteligencia, de la organización y el cerebro, de lo material y concreto, del esfuerzo, de la industria, de la tecnología, de la electricidad, del futuro, luz, más luz.
Tan pesado, repetitivo o aburrido como fascinante, épico y poderoso. Tú eliges... si Stalin o Lenin, no hay salida, muerte o gloria.
Es como darte un chute bruto lírico burro de realidad que entra en sangre como un caballo loco y que te da ganas de asaltar el palacio de invierno o, por lo menos, algo es algo, Moncloa, con el puño en alto, la vida está en otra parte, no en esta de tentetieso y pandereta mala broma vendida España camisa roja de nuestra desgracia.
Un bello durmiente/te duerme vampiro charly que te chupa la sangre y te la devuelve rejuvenecida, esto sí que es una transfusión como Dios o el partido mandan.