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Voto de Ferdydurke:
1
5,8
4.840
Drama. Thriller
Tras pasar varios años en el País Vasco, un inspector de policía es destinado a una pequeña ciudad de provincias. Nada más llegar, debe enfrentarse a un difícil caso: una niña ha aparecido brutalmente asesinada. Adaptación de la novela homónima de Antonio Muñoz Molina. (FILMAFFINITY)
15 de octubre de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pescatero tenía que ser, nunca te fíes de él.
Completamente desastrosa. La idea de hacerle hablar es una ocurrencia terriblemente chapucera ya que reduce la psicología o complejidad del asesino de marras al mínimo común denominador, más simple que un botijo, fosfatina, al absurdo, al cerebro de un mosquito (muy lerdo), al chascarrillo (grotesco), una cosa infame, raquítica, impertérrita, comprendo que no es fácil, pero ya puestos mejor el silencio (absoluto, puto) que semejante lamentable esperpento, o si no, que hable con alguien, con quien sea, con el mismo panadero, en ese sentido es un horror (de bulto error) ya que a la película, a la historia, se le ve el plumero a leguas, muy de lejos, desde el mismo principio, el monstruo (mostrenco) es de risa, de pacotilla o broma, algo muy triste y ridículo, penoso, de cartón piedra, (la parodia parvularia de) un tópico andante, plano encefalograma (no se le puede tomar en serio, es solo desagradable, un chorro de idioteces, todas putas, qué guarras, palante). Por otro lado, la historia de amor tampoco es la gran idea, Solá se pasa de hierático y ella de estupenda, con algunos momentos ridículo amatorios y otros más llevaderos, tienen algún diálogo bueno. Y el último rato es de puñalada trapera por la espalda, espantoso, a contrapelo.
No está mal hecha, pero lo dicho anteriormente (y más: guion tremendo, trama absurda, impostada, falsa, envarada, solemne a la fuerza, tétrica y sin alma ni sustancia ni fundamento, solo un pretencioso oscuro porque sí gesto), supone demasiada rémora el punto de partida/vista como para salvarla de la quema.
Completamente desastrosa. La idea de hacerle hablar es una ocurrencia terriblemente chapucera ya que reduce la psicología o complejidad del asesino de marras al mínimo común denominador, más simple que un botijo, fosfatina, al absurdo, al cerebro de un mosquito (muy lerdo), al chascarrillo (grotesco), una cosa infame, raquítica, impertérrita, comprendo que no es fácil, pero ya puestos mejor el silencio (absoluto, puto) que semejante lamentable esperpento, o si no, que hable con alguien, con quien sea, con el mismo panadero, en ese sentido es un horror (de bulto error) ya que a la película, a la historia, se le ve el plumero a leguas, muy de lejos, desde el mismo principio, el monstruo (mostrenco) es de risa, de pacotilla o broma, algo muy triste y ridículo, penoso, de cartón piedra, (la parodia parvularia de) un tópico andante, plano encefalograma (no se le puede tomar en serio, es solo desagradable, un chorro de idioteces, todas putas, qué guarras, palante). Por otro lado, la historia de amor tampoco es la gran idea, Solá se pasa de hierático y ella de estupenda, con algunos momentos ridículo amatorios y otros más llevaderos, tienen algún diálogo bueno. Y el último rato es de puñalada trapera por la espalda, espantoso, a contrapelo.
No está mal hecha, pero lo dicho anteriormente (y más: guion tremendo, trama absurda, impostada, falsa, envarada, solemne a la fuerza, tétrica y sin alma ni sustancia ni fundamento, solo un pretencioso oscuro porque sí gesto), supone demasiada rémora el punto de partida/vista como para salvarla de la quema.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Pista falsa (o dejada de la mano de dios); le seguía un tipo y se puede pensar que tal vez sea o era Botto (está pa matarlo, pena de muerte, pero con ese buey que le dan no hay quien are, nada, pobre) por el mismo motivo por el que se acercó a preguntar a los polis, por morbo, por juego o divertimento, muy típico de las pelis yanquis, en Seven se cruzaba con ellos disfrazado de fotógrafo, y después se olvidan y al final aparece como/un etarra, increíble (a buenas horas, mangas verdes, casualidades, cuando todo estaba en orden, deus ex machina, apuntaba a final apañado y somero, correcto), para rematar/resucitar la faena con ese chungo atentado tan horriblemente mal resuelto en todos los sentidos (no estoy muerto, no estoy muerto, claro, estabas de parranda, puesto por el ayuntamiento, coleando, vivito), que ya no estamos para estos sustos, amigos, y una conversación final (tan bien muy típica de peli gringa) en la cárcel que no aporta nada más que sandeces nuevas (por si no hubiera ya suficientes) y un nuevo ridículo en nombre de la ley de Dios (pobre hombre, le toman por el -a toque de- pito del sereno, ni él se libra de salir dañado o nombrado, qué ristra, de morcillas) y demás merluzadas sacadas de la manga o del peor cine de derribo en ese mamarracho sentido o aspecto reguero.
Ampulosa, fatua, simplona, vacua, pelma, bastante tonta, en el fondo, ni mucho menos tanto en la forma o lugar, ahí acierta, de andar por casa, viva Palencia (y el Che Guevara, muerte o patria), venga.
Lo mejor, eso siempre, Fernán Gómez (y la voz de Chete Lera, su cena carroñera con ella no viene a cuento si luego más no nos cuentan, vale, iba a por uvas y nada, salió trasquilado, el otro le avivó o aviva el deseo, el seso despierte, y a ver si cuela, pero desarrolla, hombre, desarrolla eso), y la fotografía y la banda sonora que bien acompañan o sustentan, con una enorme dignidad, esta tan fallida ajena (marciana, una España sin identidad ni gracia, extranjera, copiada, desnaturalizada, vendida) obra.
Ampulosa, fatua, simplona, vacua, pelma, bastante tonta, en el fondo, ni mucho menos tanto en la forma o lugar, ahí acierta, de andar por casa, viva Palencia (y el Che Guevara, muerte o patria), venga.
Lo mejor, eso siempre, Fernán Gómez (y la voz de Chete Lera, su cena carroñera con ella no viene a cuento si luego más no nos cuentan, vale, iba a por uvas y nada, salió trasquilado, el otro le avivó o aviva el deseo, el seso despierte, y a ver si cuela, pero desarrolla, hombre, desarrolla eso), y la fotografía y la banda sonora que bien acompañan o sustentan, con una enorme dignidad, esta tan fallida ajena (marciana, una España sin identidad ni gracia, extranjera, copiada, desnaturalizada, vendida) obra.