Media votos
4,3
Votos
2.811
Críticas
2.811
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Ferdydurke:
2
7,4
8.526
Cine negro. Intriga. Thriller. Drama
Wilson, un agente de la comisión de crímenes de guerra, está buscando a Franz Kindler, uno de los cerebros de los campos de exterminio nazis, que ha conseguido huir sin dejar huellas. Siguiendo la pista de un antiguo camarada de Kindler llega hasta Harper (Connecticut), donde es asesinado antes de poder identificar al fugitivo. La única pista que le queda es la fascinación del criminal nazi por los relojes antiguos. (FILMAFFINITY)
22 de julio de 2020
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Connecticuuuuuuut.... Connecticuuuuuuuut...... Tramperos de Connecticuuut....
Qué pena que a G. Robinson no se le hubiera ocurrido, ya que estaba en ello, de paso, perseguir también, por ejemplo, solo lo apunto, a todos los científicos más rimbombantes, también nazis muy malos, que USA hizo suyos, hijos del mismo Dios, para la carrera espacial de aquellos años locos, dícese de en la NASA concretamente, por allí parece que anduvieron los muy puñeteros, eso que hubiéramos ganado, una lástima, si les hubieran metido mano antes de incorporarse a la nueva sociedad como en la invasión de los ladrones de cuerpos, que no es cosa sana ni edificante ver a tanto villano alemán llevándose un sueldo a casa sin arrepentimiento ninguno, ni cárcel ni nada, seguramente que esparciendo el mal a toda hora y hasta, dios no lo quiera, mezclando su sangre demoníaca con la inmaculada de los nativos americanos tan buenos e inocentes. Pero claro, tampoco hay que pedir peras al olmo ni pecar de demasiado ambicioso.
Fascinante, entretenida mamarrachada lisérgica con gotas de distopía protopunk y algo de la patafísica más arrabalera matizada por el realismo visceral maoísta de tercera ola y quinta columna. Un cruce anafiláctico entre K. Dick y Dick sin K. Ahí la veo.
Comedia divertidísima tan fina y sofisticada que no me ha hecho casi ninguna gracia, yo soy más de emociones fuertes y primarias, no me gustan tanto estos cuentos tan intelectuales y repelentes y pedantes, con un guion tan verosímil y unas interpretaciones tan sobrias y ajustadas, tan preñados de mala uva y hasta terceras y sextas intenciones.
Es una suma de gags de cero al infinito, desde el final hasta el principio. No tiene pérdida. Chiste tras chiste. Cada giro de guion es una broma, cada personaje y su reacción, una joda, cada detalle y milagro es una fiesta, una celebración de la vida en su sentido más dionisíaco y jocoso.
No sé con qué quedarme de entre todo, hay tanto para elegir, está complicado. Ese pueblo de humoristas, esa familia tan cómica e idílica, ese nazi malo que se ha vuelto muy religioso y esgrime un delicado humor clerical, el otro nazi malo, el mejor de todos, adecuadamente profesor para reírse de la educación, el casamiento en su vertiente más lúdica, el detective como payaso inquisitivo de vanguardia, no sé, es un no parar, el juez y la justicia como chusca delicia, el hermano tan sagaz y espabilado, y ella, dios mío, la enamorada es un prodigio de amor y sarcasmo, como en un tiovivo, por no hablar del campanario de Notre Dame con muchos jorobados pasando el rato, la santa tierra entera convertida en un circo, todo, todo lleno de gracia verdadera, sorna, chanza, retranca, lujuriosa risa, menuda algarabía, cuánta maravilla.
Se echan de menos estas películas de humor nazi punzante últimamente, eso que hemos perdido con el tiempo, como todo el resto, siempre cayendo.
Qué pena que a G. Robinson no se le hubiera ocurrido, ya que estaba en ello, de paso, perseguir también, por ejemplo, solo lo apunto, a todos los científicos más rimbombantes, también nazis muy malos, que USA hizo suyos, hijos del mismo Dios, para la carrera espacial de aquellos años locos, dícese de en la NASA concretamente, por allí parece que anduvieron los muy puñeteros, eso que hubiéramos ganado, una lástima, si les hubieran metido mano antes de incorporarse a la nueva sociedad como en la invasión de los ladrones de cuerpos, que no es cosa sana ni edificante ver a tanto villano alemán llevándose un sueldo a casa sin arrepentimiento ninguno, ni cárcel ni nada, seguramente que esparciendo el mal a toda hora y hasta, dios no lo quiera, mezclando su sangre demoníaca con la inmaculada de los nativos americanos tan buenos e inocentes. Pero claro, tampoco hay que pedir peras al olmo ni pecar de demasiado ambicioso.
Fascinante, entretenida mamarrachada lisérgica con gotas de distopía protopunk y algo de la patafísica más arrabalera matizada por el realismo visceral maoísta de tercera ola y quinta columna. Un cruce anafiláctico entre K. Dick y Dick sin K. Ahí la veo.
Comedia divertidísima tan fina y sofisticada que no me ha hecho casi ninguna gracia, yo soy más de emociones fuertes y primarias, no me gustan tanto estos cuentos tan intelectuales y repelentes y pedantes, con un guion tan verosímil y unas interpretaciones tan sobrias y ajustadas, tan preñados de mala uva y hasta terceras y sextas intenciones.
Es una suma de gags de cero al infinito, desde el final hasta el principio. No tiene pérdida. Chiste tras chiste. Cada giro de guion es una broma, cada personaje y su reacción, una joda, cada detalle y milagro es una fiesta, una celebración de la vida en su sentido más dionisíaco y jocoso.
No sé con qué quedarme de entre todo, hay tanto para elegir, está complicado. Ese pueblo de humoristas, esa familia tan cómica e idílica, ese nazi malo que se ha vuelto muy religioso y esgrime un delicado humor clerical, el otro nazi malo, el mejor de todos, adecuadamente profesor para reírse de la educación, el casamiento en su vertiente más lúdica, el detective como payaso inquisitivo de vanguardia, no sé, es un no parar, el juez y la justicia como chusca delicia, el hermano tan sagaz y espabilado, y ella, dios mío, la enamorada es un prodigio de amor y sarcasmo, como en un tiovivo, por no hablar del campanario de Notre Dame con muchos jorobados pasando el rato, la santa tierra entera convertida en un circo, todo, todo lleno de gracia verdadera, sorna, chanza, retranca, lujuriosa risa, menuda algarabía, cuánta maravilla.
Se echan de menos estas películas de humor nazi punzante últimamente, eso que hemos perdido con el tiempo, como todo el resto, siempre cayendo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Cosas que pasan y no nos damos ni cuenta (1):
- Oye, cariño.
- Sí, amor.
- Que he matado a tu perro y luego me lo he comido. Riquísimo con el ajillo, por cierto.
- No importa, eso no es nada, tampoco lo quería tanto, a ti en cambio te sigo amando, tanto.
- Muy bien, aprovechando la ocasión, también quiero confesarte que acabo de matar a un pobre hombre muy amigo mío, lo acabo de enterrar y al de nada pienso profanar su tumba, esta misma noche que tan buena pinta tiene, soy necrófilo.
- Qué bueno, cielo. Los pelos de punta, no sabes lo que me emociona tu sinceridad para conmigo, cada día te quiero más, jajaja.
- Y a tu padre y a tu hermano y a la criada, a todos los he matado.
- Ay, qué exagerado y apasionado, cariño, no hacía falta tanto ardor para poner la rúbrica a nuestro casamiento.
- Vale, me rindo, a ti también te he matado y todavía no te has enterado. ¿Qué dices ahora?
- Nadie es perfecto.
Cosas que pasan y no nos damos ni cuenta (2):
- Espero que tengáis en cuenta que es como diez millones de veces más peligroso, asesino y sádico que Charles Manson, Pol Pot y el carnicero de Milwaukee juntos, ahí queda eso.
- Sí, seguro.
- ¿Qué hacemos entonces? ¿Cuál es el plan maestro?
- Nada, la ponemos de cebo (se ceba) a nuestra Loretta, querida hija hermana cuñada ciudadana, muy cerquita y solita a ser posible, para ver si el zoquete de Welles la mata de una miserable vez, de una vez por todas nos quitamos ese peso de encima, y así obtenemos las pruebas definitivamente concluyentes de que es un nazi realmente malo, que lo de la solución final, que ideó exclusivamente él, nos dejó algunas cuantas dudas y es hora de resolverlas, ya.
- Qué gran idea, vayamos a ello apatrullando la ciudad, ahora mismo, sin perder tiempo, Loreeeettaaaa...
Antes adoraba a Orson, un genio de la forma como aquí demuestra en esa de pasmo primera historieta, antes de llegar a la amada Connecticuuuut. Ahora, tras la contemplación de esta apabullante, deslumbrante obra maestra del humor, lo considero el mejor director de todos los tiempos, así es.
Amén. Doblan las campanas por ti, Franz Kindler, gusano maldito.
- Oye, cariño.
- Sí, amor.
- Que he matado a tu perro y luego me lo he comido. Riquísimo con el ajillo, por cierto.
- No importa, eso no es nada, tampoco lo quería tanto, a ti en cambio te sigo amando, tanto.
- Muy bien, aprovechando la ocasión, también quiero confesarte que acabo de matar a un pobre hombre muy amigo mío, lo acabo de enterrar y al de nada pienso profanar su tumba, esta misma noche que tan buena pinta tiene, soy necrófilo.
- Qué bueno, cielo. Los pelos de punta, no sabes lo que me emociona tu sinceridad para conmigo, cada día te quiero más, jajaja.
- Y a tu padre y a tu hermano y a la criada, a todos los he matado.
- Ay, qué exagerado y apasionado, cariño, no hacía falta tanto ardor para poner la rúbrica a nuestro casamiento.
- Vale, me rindo, a ti también te he matado y todavía no te has enterado. ¿Qué dices ahora?
- Nadie es perfecto.
Cosas que pasan y no nos damos ni cuenta (2):
- Espero que tengáis en cuenta que es como diez millones de veces más peligroso, asesino y sádico que Charles Manson, Pol Pot y el carnicero de Milwaukee juntos, ahí queda eso.
- Sí, seguro.
- ¿Qué hacemos entonces? ¿Cuál es el plan maestro?
- Nada, la ponemos de cebo (se ceba) a nuestra Loretta, querida hija hermana cuñada ciudadana, muy cerquita y solita a ser posible, para ver si el zoquete de Welles la mata de una miserable vez, de una vez por todas nos quitamos ese peso de encima, y así obtenemos las pruebas definitivamente concluyentes de que es un nazi realmente malo, que lo de la solución final, que ideó exclusivamente él, nos dejó algunas cuantas dudas y es hora de resolverlas, ya.
- Qué gran idea, vayamos a ello apatrullando la ciudad, ahora mismo, sin perder tiempo, Loreeeettaaaa...
Antes adoraba a Orson, un genio de la forma como aquí demuestra en esa de pasmo primera historieta, antes de llegar a la amada Connecticuuuut. Ahora, tras la contemplación de esta apabullante, deslumbrante obra maestra del humor, lo considero el mejor director de todos los tiempos, así es.
Amén. Doblan las campanas por ti, Franz Kindler, gusano maldito.