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Voto de Ferdydurke:
4
8,0
13.506
Drama
Un hombre (Robert Redford) que se ha escapado de la cárcel vuelve a su pueblo, pero sus vecinos, gentes absolutamente degradadas, emprenden contra él una auténtica cacería como si se tratara de una diversión más. Sólo el sheriff (Marlon Brando), un hombre integro y cabal, tratará de evitar su linchamiento. (FILMAFFINITY)
1 de mayo de 2021
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mexico. Texas. Jazmín y madreselva. ¿Quién teme a Bubber Reeves? Qué mundo..., qué mundo... más majo nos está quedando, hermanos.
Moralista, teatral, maniquea y muy desmadrada. Aguafuerte salvaje. Descripción del infierno en la tierra. Gente horrenda. Una mirada sobre el ser humano llena de bilis e ira, una caricaturización revulsiva de la realidad, mostrada como una suma infecta de bajas pasiones, estupidez a mansalva y total degradación.
Brueghel el Viejo, el Greco, Dante y su Infierno, Solo ante el peligro, Gary Cooper, que estás en los cielos.
A lo que hay que sumar la inevitable estructura folletinesca melodramática en estos malhadados casos repletos de amores truncados, paternidades fallidas y otras tonterías, ¿"Imitación a la vida"?
No hace falta estrujarse mucho los sesos para pensar en "Al este del Edén", "Rebeldes sin causa" y otras oligofrenias parecidas, o por el otro lado, más épico crítico o social empresarial, en "Gigante", "La leyenda del indomable" y esos sesenta en Panavisión y mucho color, freudianos, arrebatados, disparatados, enloquecidos, con magnicidios oswaldianos y muchos cadáveres en el armario, más racismo a raudales (aquí todos son camareros, y cocineros, y todos están en el punto de mira de los blancos; ¿a dónde vas, jodido negro?) e injusticia ciega a todas horas.
Es una brutal crítica al sueño americano, a su felicidad constitucionalmente proclamada, a la nueva tierra robada a los mexicanos, a los nuevos ricos llenos de petróleo, al nuevo mundo sin raíces, cultura ni sentido, es dinamita contra una sociedad endogámica, claustrofóbica, que se ahoga en su propio vómito alcoholizado.
Es un retrato del tedio máximo, del aburrimiento como una de las bellas artes, como caldo de cultivo para todo tipo de atrocidades, la mecha que enciende el apocalipsis.
Brando (Jesucristo siempre apalizado), Redford (puede pasarse mil años en la cárcel y mil horas más escapando entre matorrales y andurriales que su pelo estará cortado y cuidado por los mejores profesionales, lo cortés no quita lo valiente), Fonda (bonita muñeca de porcelana), "Descalzos por el parque", Duvall (haciendo pinitos como un tremendo miserable, es débil, cobarde... ), Dickinson (la santa parienta), E. G. Marshall (el enésimo cacique que no sabe querer a su vástago y lo asfixia con su cariño torcido, malsano; en verdad su ciudad se parece a la Pottersville de "Qué bello es vivir"), Miriam Hopkins, Fox... y un largo etcétera de estrellas que perturban y distorsionan la historia, hubiera sido más creíble con gente más desconocida, menos gran espectáculo y más verdad dramática, eso pedimos, más Sam Spiegel (el productor de clásicos como "Lawrence de Arabia" o "La reina de África"), Horton Foote y Lillian Hellman nada menos que como guionistas o escritores ("El dinero joven baila solo, al viejo hay que sacarlo a bailar", "Los ricos se divierten, hacen el indio, los pobres son serios, no les queda más remedio"), y Arthur Penn en la dirección, suma y sigue de grandes nombres para una gran producción que en su último tramo gasta el dinero como dios manda, a lo grande, vivan los fuegos artificiales y los autos de choque.
Tragedia griega en la América más profunda o paleta, "Tres anuncios en las afueras".
No cuaja, está desequilibrada y desquiciada, es más una obra de teatro estirada y delirante; mezcla no lograda del microcosmos de las tablas con la gran epopeya jolivudense.
Es excesiva y está muy subrayada, la psicología de los personajes es demasiado evidente y todo es muy truculento, obvio y exagerado. No es sutil ni elegante, es violenta, pura barbarie.
Le pasa lo que a muchas, que acaba siendo ella misma casi más viciosa que lo que trata de denunciar, ya que se regodea en su propio vitriolo, no hay distancia, termina siendo el observador igual a lo observado, como aquella tan fallida de "El lobo de Wall Street".
Moralista, teatral, maniquea y muy desmadrada. Aguafuerte salvaje. Descripción del infierno en la tierra. Gente horrenda. Una mirada sobre el ser humano llena de bilis e ira, una caricaturización revulsiva de la realidad, mostrada como una suma infecta de bajas pasiones, estupidez a mansalva y total degradación.
Brueghel el Viejo, el Greco, Dante y su Infierno, Solo ante el peligro, Gary Cooper, que estás en los cielos.
A lo que hay que sumar la inevitable estructura folletinesca melodramática en estos malhadados casos repletos de amores truncados, paternidades fallidas y otras tonterías, ¿"Imitación a la vida"?
No hace falta estrujarse mucho los sesos para pensar en "Al este del Edén", "Rebeldes sin causa" y otras oligofrenias parecidas, o por el otro lado, más épico crítico o social empresarial, en "Gigante", "La leyenda del indomable" y esos sesenta en Panavisión y mucho color, freudianos, arrebatados, disparatados, enloquecidos, con magnicidios oswaldianos y muchos cadáveres en el armario, más racismo a raudales (aquí todos son camareros, y cocineros, y todos están en el punto de mira de los blancos; ¿a dónde vas, jodido negro?) e injusticia ciega a todas horas.
Es una brutal crítica al sueño americano, a su felicidad constitucionalmente proclamada, a la nueva tierra robada a los mexicanos, a los nuevos ricos llenos de petróleo, al nuevo mundo sin raíces, cultura ni sentido, es dinamita contra una sociedad endogámica, claustrofóbica, que se ahoga en su propio vómito alcoholizado.
Es un retrato del tedio máximo, del aburrimiento como una de las bellas artes, como caldo de cultivo para todo tipo de atrocidades, la mecha que enciende el apocalipsis.
Brando (Jesucristo siempre apalizado), Redford (puede pasarse mil años en la cárcel y mil horas más escapando entre matorrales y andurriales que su pelo estará cortado y cuidado por los mejores profesionales, lo cortés no quita lo valiente), Fonda (bonita muñeca de porcelana), "Descalzos por el parque", Duvall (haciendo pinitos como un tremendo miserable, es débil, cobarde... ), Dickinson (la santa parienta), E. G. Marshall (el enésimo cacique que no sabe querer a su vástago y lo asfixia con su cariño torcido, malsano; en verdad su ciudad se parece a la Pottersville de "Qué bello es vivir"), Miriam Hopkins, Fox... y un largo etcétera de estrellas que perturban y distorsionan la historia, hubiera sido más creíble con gente más desconocida, menos gran espectáculo y más verdad dramática, eso pedimos, más Sam Spiegel (el productor de clásicos como "Lawrence de Arabia" o "La reina de África"), Horton Foote y Lillian Hellman nada menos que como guionistas o escritores ("El dinero joven baila solo, al viejo hay que sacarlo a bailar", "Los ricos se divierten, hacen el indio, los pobres son serios, no les queda más remedio"), y Arthur Penn en la dirección, suma y sigue de grandes nombres para una gran producción que en su último tramo gasta el dinero como dios manda, a lo grande, vivan los fuegos artificiales y los autos de choque.
Tragedia griega en la América más profunda o paleta, "Tres anuncios en las afueras".
No cuaja, está desequilibrada y desquiciada, es más una obra de teatro estirada y delirante; mezcla no lograda del microcosmos de las tablas con la gran epopeya jolivudense.
Es excesiva y está muy subrayada, la psicología de los personajes es demasiado evidente y todo es muy truculento, obvio y exagerado. No es sutil ni elegante, es violenta, pura barbarie.
Le pasa lo que a muchas, que acaba siendo ella misma casi más viciosa que lo que trata de denunciar, ya que se regodea en su propio vitriolo, no hay distancia, termina siendo el observador igual a lo observado, como aquella tan fallida de "El lobo de Wall Street".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Y al final, como mandan los cánones, mueren los que habían pecado, los dos condenados por los padres (como en el caso de Warren Beatty y Natalie Wood en "Esplendor en la hierba"), solo hay que ver cómo se comportan el padre de uno y la madre del otro (cómo la mira Redford, y su padre es otro calzonazos más, como el de Dean en la de Ray, de hecho, aquí los hombres se dividen en dos tipos, los humillados y ofendidos por sus mujeres, pura flojera hasta arriba de enfermiza impotencia, eunucos, y los sádicos gorilas que en la destrucción buscan su ser, garrulos, y ellas también, las golfas pecaminosas o las tontas borrachas; en el otro extremo estarían Brando y Dickinson, que tienen, como contrapeso, todo lo bueno; la abnegación, el valor y la honestidad, aunque él arrastre la mancha indeleble de su error original, el dejarse de aquella manera comprar por el poder, como todos los demás en esa ciudad, porque allí todos se venden por nada, por el puro placer de corromperse; y a la mitad de camino, ni carne ni pescado, estaría la pareja fatal formada por Fonda y Fox; y el mal es compartido por todas las generaciones, no distingue, esos chavales son igual de deleznables -¿recuerdas a mi hermana?- o más que los de más edad, los viejos y los jóvenes, sin prácticamente excepción, son todos repugnantes, ese coro que sigue la acción de los protagonistas como si estuviesen presenciando una pelea de perros, jaleando, encolerizados, embrutecidos, absurdamente idiotizados, y como corolario casi el peor, el que todo lo ve y sabe, el carroñero o gran usurero que quiere comprar las casas del pueblo y que siempre está cotilleando y malmetiendo, ese mal viejo).
En definitiva, una película bestia, gruesa, burda, con poca clase, desagradable, histérica, que a su favor tiene su estilización obsesiva, barroca, su feroz sarcasmo y esa parte última como si fuera una inmensa pira funeraria, un funeral de toda la creación, sacrificada, quemada a lo bonzo como desahogo o gran purga, el precio que hay que pagar por tener la desgracia de existir; metáfora existencialista que junta la tradición europea más fina con la esencia norteamericana más cazurra y nunca encuentra su salida, ninguna.
En definitiva, una película bestia, gruesa, burda, con poca clase, desagradable, histérica, que a su favor tiene su estilización obsesiva, barroca, su feroz sarcasmo y esa parte última como si fuera una inmensa pira funeraria, un funeral de toda la creación, sacrificada, quemada a lo bonzo como desahogo o gran purga, el precio que hay que pagar por tener la desgracia de existir; metáfora existencialista que junta la tradición europea más fina con la esencia norteamericana más cazurra y nunca encuentra su salida, ninguna.