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Voto de Ferdydurke:
3
6,6
57.563
Thriller. Drama
Desde que su mujer sufrió quemaduras en todo el cuerpo a raíz de un accidente de coche, el doctor Robert Ledgard, eminente cirujano plástico, ha dedicado años de estudio y experimentación a la elaboración de una nueva piel con la que hubiera podido salvarla; se trata de una piel sensible a las caricias, pero que funciona como una auténtica coraza contra toda clase de agresiones, tanto externas como internas. Para poner en práctica este ... [+]
12 de febrero de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es cierto, todo hay que reconocerlo, que tiene un par de ideas buenas, graciosas y perversas, una dirección exquisita, un puntillismo neurótico, colorista, aséptico, una preciosa banda sonora, unas interpretaciones correctas, Elena Anaya fría, imposiblemente bella, todo eso no lo niego, pero ay lo demás, la misma historia, entera, verdadera, repleta, rebosante, pujante, a punto de estallar de majaderías verbeneras, monstruosidades cuchufleteras, ridiculeces falleras y un sinfín de enormidades, curiosidades y anécdotas; atrabiliarias, faranduleras, iconoclastas, arabescas, goyescas, isabelinas, esmaltadas y cabestras.
Su posible poder revulsivo, a la contra, feroz y divertido, queda anulado, masacrado por una idiocia explicativa y un laberinto narrativo asfixiados de vorágine culebronesca y refritos salseros macarrónicos. Un prospecto argumental ahíto de broncos encuentros familiares tratados con una doma clínica, muy de gusto del autor en cuestión, y un aspecto maqueado pop, lijado, desinfectado, empastado, modisto, Ruiz de la Prada, teñido y estrafalario, tramoyista y estabulado, muladar, Munro, McCarthy mezclados con la samba brasileña, el Doctor Frankestein, Mary Shelley, David Lynch, en la sala de máquinas, violines que cortan el viento, violaciones, mutilaciones, sexo vilipendiado, feromonas, revólveres, pistolas, anagramas y un frenesí preservativo o festín condón.
Su posible poder revulsivo, a la contra, feroz y divertido, queda anulado, masacrado por una idiocia explicativa y un laberinto narrativo asfixiados de vorágine culebronesca y refritos salseros macarrónicos. Un prospecto argumental ahíto de broncos encuentros familiares tratados con una doma clínica, muy de gusto del autor en cuestión, y un aspecto maqueado pop, lijado, desinfectado, empastado, modisto, Ruiz de la Prada, teñido y estrafalario, tramoyista y estabulado, muladar, Munro, McCarthy mezclados con la samba brasileña, el Doctor Frankestein, Mary Shelley, David Lynch, en la sala de máquinas, violines que cortan el viento, violaciones, mutilaciones, sexo vilipendiado, feromonas, revólveres, pistolas, anagramas y un frenesí preservativo o festín condón.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Si la cortara en trozos, diría: hasta que llega el tigre de las famosas fabelas, bien, ese rato tigresco más el cuento de la madre, la esposa, el fuego, todo eso, el mismo infierno, después, mejora, la intriga, la boda, el forcejeo, el mareo, la huida, Maroto, la moto, el atropello, el manguerazo, el quirófano, todo correcto en el lindero de lo grotesco, pero ay cuando Vicente ya es Vera una vez salvada por el príncipe Banderas de la bestia y copulan aunque a ella mucho le duela la entrepierna después de haber pasado por allí la monstruosa verga del felino ladrón de joyas fabulosas y él la quiere como si fuera su mujer, su hija, su amante, su querida y ella le promete la tierra...., segundo círculo del infierno, dantesco, hasta ese cierre simpático en la tienda con la buena de Lennie que siempre, a pesar de Blanca y mejorando lo presente, es la reina del cine más bella.
Los costurones y los empellones, la costura, el corte y pega, quizás una radiografía esquinada de cierta actual modernidad en la que se propugna con magna normalidad la destrucción de la biología en aras de la cirugía, el sexo convertido en un gran buffet, en una boutique muy chic o una ferretería, Bovary c'est moi. Donde los géneros se difuminan y confunden y es el padrecito estado el que los patrocina. Donde todos somos piezas intercambiables dentro del mismo desguace o engranaje o despiece. Trozos, rotos, solos.
Un haz de ilusiones, un mundo oscuro en su brillo de tremendas dimensiones. Un gran bazar, de todo a cien o con gran dineral, de humanos transformados en manufactura, en pacientes, en enfermos, en seres destinados a las pastillas y los médicos, a una felicidad de bisturí y herbolario.
El futuro ya está aquí, amigos. Almodóvar es un visionario. Lo sabe mejor que nadie.
A los que se les haga bola este mundo/panorama es que están fuera de lugar, han perdido el sitio, y el rumbo, y ya no contarán. Su tiempo pasó. Es la hora de la siguiente remesa. El progreso no para. El ayer es un sueño.
Amén.
Los costurones y los empellones, la costura, el corte y pega, quizás una radiografía esquinada de cierta actual modernidad en la que se propugna con magna normalidad la destrucción de la biología en aras de la cirugía, el sexo convertido en un gran buffet, en una boutique muy chic o una ferretería, Bovary c'est moi. Donde los géneros se difuminan y confunden y es el padrecito estado el que los patrocina. Donde todos somos piezas intercambiables dentro del mismo desguace o engranaje o despiece. Trozos, rotos, solos.
Un haz de ilusiones, un mundo oscuro en su brillo de tremendas dimensiones. Un gran bazar, de todo a cien o con gran dineral, de humanos transformados en manufactura, en pacientes, en enfermos, en seres destinados a las pastillas y los médicos, a una felicidad de bisturí y herbolario.
El futuro ya está aquí, amigos. Almodóvar es un visionario. Lo sabe mejor que nadie.
A los que se les haga bola este mundo/panorama es que están fuera de lugar, han perdido el sitio, y el rumbo, y ya no contarán. Su tiempo pasó. Es la hora de la siguiente remesa. El progreso no para. El ayer es un sueño.
Amén.