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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
5
Thriller Michael consigue el trabajo de sus sueños: el de coordinador del programa Oil for Food de las Naciones Unidas. Pronto comenzará a darse cuenta de que la única persona en la que puede confiar es en su jefe, un diplomático experimentado. Hasta que en medio de la lucha contra los países que, como tiburones, buscan el petróleo de un Irak en plena posguerra, descubrirá una enorme conspiración a los más altos niveles. (FILMAFFINITY)
4 de septiembre de 2020
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El chico y la paz mundial.
Petróleo. Dinero. Un gran imán. Centro de gravedad. Muchas moscas.
Toda organización mínimamente seria se funda con ánimo de lucro, para sustraer dinero, para quitárselo a alguien o a algo, lo que sea, no necesariamente con mucha violencia, sí obligatoriamente a través del crimen, pero no tiene que ser en primer plano, división del trabajo, siempre habrá gente que se manche mucho las manos, los de más abajo, y otros que se limiten a poner con elegancia, casi nada, el cazo, los privilegiados, más afortunados. Y ese grupo está en lucha con otros que pelean por lo mismo, el dinero, tristemente, no es infinito, hay que repartirlo.
La corrupción no es un fallo de sistema o un gran pecado de hombres buenos que se desvían del camino recto y de repente, ay, se vuelven malos, qué desgracia inesperada, ni mucho menos la excepción, es, al contrario, la regla primera, su motor inmóvil, el fin, el medio, lo que da sentido a todo, el objetivo común, el quid del pacto, el interés esencial, el único asunto en el que el consenso es absoluto, aunque en verdad no hay tal, es la hipócrita manera con la que nombramos, y así nos escandalizamos, eso que nos gusta tanto, lo que todos sabemos, el truco del juego, desde que nacemos, pues eso, el saqueo, el delito, todo lo malo que es la sangre que da forma a la vida cuando esta se eleva y consigue cierto grado de bienestar de manera tal vez un poco más disimulada, tampoco demasiado, y en los estadios inferiores igual, pero con menos medios y quizás menos fingimiento o moralina, más a la pata la llana, las cosas por su nombre y dame todo lo que tienes que no tengo todo el día.
Y cuando se descubre la verdad, en realidad nos la descubren en la misma medida que otras, muchas, la mayoría, no ven nunca la sagrada luz del día, el lógico funcionamiento del mundo, o alguna parte de ella, nos decimos también y abrimos mucho la boca, oh, qué morrocotuda sorpresa, nunca hubiéramos imaginado que todo estaba podrido, no, eso no puede ser, es imposible, todos no son iguales, que me hago el harakiri, bueno, pues cuando eso sucede lo que es seguro es que nunca es porque un chico bonito un día tan idealista se levante con el alma jotera y el ansia viva por tirar de la manta, vale con eso, basta de una vez, parad de mentir, por favor, dejad los innecesarios cuentos para nenes, apartad ya el lubricante y toda la vaselina, lo que ha pasado simplemente, si algo de todo el chanchullo se ha filtrado, es a causa de que algunos han caído en desgracia porque otros los han superado y, por lo tanto, serán sustituidos por ellos, o incluso muchas veces serán sus mismo hijos o parientes consanguíneos, nada nuevo bajo el sol, para hacer exactamente lo mismo que hacían los antiguos, con nuevas formas y otras caras a lo sumo, pero el mismo fin, parecidos medios, expolio seguro, de eso se trata, ni más ni menos, todo el lío.
Por lo tanto, obviamente, nunca cambia nada, se sigue robando y matando a puñados llenos, con la misma impersonal alegría, la guerra es eterna, una grotesca comedia, una inmensa farsa, siniestra, nunca descansa, todo el santo día. Unos caen y otros llegan, el ciclo rutinario de las cosas, de la vida.
Qué decir, entonces, de la ONU, los gobiernos, la OMS, la UEFA, las grandes empresas y bancos, el chiringuito, la TIA, la CIA, radio televisión española o los neutrinos sin que te dé un parraque, un infinito ataque de risa o epilepsia, tú eliges, sin que te entren a ti mismo unas ganas locas de ponerte a montar, día y noche, a pico y pala, fundaciones, oenegés, dar mucho dinero a la beneficencia, luchar por el bien general, contra el cambio climático y la brecha salarial, por la igualdad racial y todos los pobres refugiados y desplazados, todo eso que te tiene tan preocupado, sin poder dormir por las noches que hasta tienes que encender el aire acondicionado, todo junto de un eructo, si es que al final, aunque uno no quiera y por mucho que lo intente y al diablo le rece, te obligan, los muy cabrones, a acabar siendo buena persona, tan altruista y dadivosa.
Lo malo del mundo no es que sea atroz y despiadado, que claro, sino que los que tienen que contarlo se esfuercen tan poco en darle forma, sean tan vagos y dejados y poco talentosos, penosos escritores, lamentables guionistas, vistan tan mal el muñeco, tapen con tan poco ingenio todas sus vergüenzas, creen una mascarada tan burda, vulgar y descarada, en definitiva, que nos tomen exactamente por lo tontos y mansos que somos, que nos conozcan tanto, que sepan de qué pie cojeamos, que somos solo su apagado reflejo, y eso no gusta un pelo, algo duele todo ello.
Esta película abre la puerta y después la cierra de un portazo, nos ponen a un soso zangolotino haciendo el indio y eso no era necesario, hubiera bastado con algo más general e impersonal, no había tanta demanda de amores, aventuras, microchips y golpizas, no estábamos en eurodisney todavía.
Entretenida, tontorrona y simpaticona.
Vale.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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