Apabullante. Espectacular. Rotundidad. Imán.
Planos fijos que parecen pintados al carboncillo cuadros, cuentos en/de la caverna, no la de Platón, la nuestra, la esencia eterna, la de nuestros antepasados, la realidad y la leyenda, con amorodio, follan, a mansalva, a tumba abierta, fantasmal, de Blair la bruja.
Hay un plano en concreto en el que pasan volando, de la muerte heraldos, los jinetes del apocalipsis con los caballos disparando, humo blanco contra fondo grisáceo negro, que no puede ser más bello, profundo o bueno, más siniestro, telúrico y diabólico, mas emocionante, sobrecogedor, sugerente o gótico gozoso, como si lo hubiera rodado un amargo demiurgo, un poeta trastornado dipsómano, un chamán hasta las trancas de peyote, un bosquimano en trance, un alienígena con tan buen gusto o tiento o un místico español rezando, a troche y moche. Milagro.
Matemática, metódica, poética, precisa, preciosa, lírica, escandalosa, sublima, ascética, accesis, éxtasis, una historia de terror y aventuras, de violencia y perdición, demoníaca, el nacimiento de una nación, true blood, a sangre y fuego, la mejor de todas a todo es/te respecto, es evidente que el progreso era justo esto, el secreto mejor guardado, que vamos hacia atrás, no en lo temporal, en lo humano, más rápido hacia la muerte, camino hacia ninguna parte, como los cangrejos, cada vez nos alejamos más del centro, de la esencia, de la verdad o la belleza, un siglo de distancia que parece milenios, galaxias enteras de soledad y abandono.