A todos aquellos que ya peinamos canas es prácticamente imposible que la impresión que pueda producirte esta película no esté directamente relacionada con el clásico del 68. Así pues en función de las expectativas que uno tenga con dicho clásico saldrá mas o menos satisfecho de este "origen".

Objetivamente hay que reconocerle el gran nivel técnico que despliega a la hora de recrear e incorporar al mundo real a los simios y hay que quitarse el sombrero con la labor de Andy Serkis, trasfondo de César, autentico dueño y señor de la cinta. Tambien hay que reconocer el ritmo y pulso narrativo de su director y el logrado equilibrio entre película espectáculo y drama personal, con algunas escenas épicas y momentos emotivos en la evolución de Cesar.

En el lado humano algunos apuntes sobre el maltrato y la experimentación con animales, un Tom Felltom cuyo encasillamiento en estos inicios de su carrera me trae a la memoria a un jovencisimo Dennis Hopper en papeles parecidos y un gran John Lithgow que nos asoma a los abismos del Altzeimer en sus escasos minutos. El resto, James Franco y Brian Cox incluidos asisten como convidados de piedra al drama de un César que como su homónimo romano llega a comprender que "los dados están echados" (Alea jacta est) y una vez cruzado su particular Rubicón (el puente de San Francisco), ya no hay vuelta atrás.

Así pues y volviendo sobre las expectativas, el factor sorpresa queda descartado, el abanico de personajes queda reducido a uno y el desarrollo de la trama es totalmente lineal. Añadamoslé la frustración de que nos quedamos con ganas de más, de saber como Cesar y compañía llegan a ocupar el escalafón humano con sus mismas virtudes y defectos. Miedo nos da que la previsible continuación no esté a la altura por lo menos de este origen porque de la del 68 parece que aún solo está al alcance del Coronel George Taylor.