Por si alguien lo duda, no solo de superhéroes de Marvel y DC se compone el mundo del cómic. Autores como el inglés Neil Gaiman, Alan Moore o Moebius-Giraud han forjado su leyenda en las páginas del comic-book que no es otra casa que tebeos para una franja más adulta. Gaiman alcanzó la cumbre con "The Sandman" a finales de los 80 donde las leyendas, los dioses, el mundo onírico y el folclore popular campaban a sus anchas. A partir de ahí, novelas, guiones, cómics, cine... y muchos premios para un autor original que indaga en los ancestros de nuestras fantasías y nuestros mitos.

La televisión, la de ahora, la de la última década que está ensanchando las posibilidades del cine en cuanto a desarrollo de la narración con un nivel de calidad más que notable era y es terreno abonado para estas historias.

En su lucha por hacerle algo de sombra a HBO, la cadena de cable premium norteamericana STARZ se ha apuntado un buen tanto con esta primera temporada de "American Gods", (no se pierdan tampoco "Black Sails"). Una adaptación libre, a lo mejor para los puristas demasiado libre, de la novela del mismo título de Gaiman. En la que los viejos y ancestrales dioses propios y foráneos traídos por los europeos al nuevo mundo se resisten a ser piezas de museo ante los nuevos y flamantes dioses representados por las nuevas tecnologías y los medios de comunicación. A la cabeza de la revuelta está Odín padre de la mitología nórdica cuyo culto y orígenes se pierden en la niebla de los tiempos. Le presta su cuerpo y sus dotes actorales Ian McShane que como siempre lo borda ya sea en "Los pilares de la tierra" o "Deadwood" y que ha encontrado en la televisión su popularidad y reconocimiento. El resto del elenco no se queda atrás precisamente.

Los creadores Fuller y Green han sabido dotar la serie, junto con los diversos directores de una atmósfera propia del original de Gaiman donde la violencia, el sexo y la fantasía encuentran su equilibrio sin renunciara a nada, con un humor ácido y corrosivo, notables efectos especiales y un ritmo que se toma su tiempo cuando lo necesita. Mención aparte son las subtramas a modo de cuentos o historias que no despistan del hilo conductor principal sino que lo complementan con brillantez y ponen la guinda a una producción muy cuidada y disfrutable.

Pues eso, a disfrutarla que hay segunda temporada o lo que quieran los dioses.

SEGUNDA TEMPORADA

La segunda temporada se ha hecho esperar y uno ya llevaba tiempo salivando. "Decepción". Entre todas las comillas que se quieran, pero decepción al fin y al cabo. La idea y el material es tan bueno y el aspecto formal y la concepción de personajes tan brillante que uno espera que cobren vida y se muevan que hagan algo que nos deje boquiabiertos. Pero al final uno tiene la sensación de estar deambulando por el museo de las maravillas, contemplando piezas cuya belleza, antigüedad y misterio lucen al lado de la más sofisticada tecnología sin que salten chispas por ello. La subtrama de los derechos civiles parece metida con calzador.

Que sí, que los creadores iniciales Fuller y Green lo dejaron, que se fueron actores carismáticos..., lo que quieran, pero material hay para aburrir o mejor dicho para no aburrir. La cosa la ha sostenido Jesse Alexander en esta entrega (por cierto que también se larga en la siguiente) a base de puesta en escena sobresaliente, gusto por los detalles y que los actores principales están como dios. Valga el chiste fácil. Que el asunto explote de una vez va a ser cuestión de fe. La mía la tienen.

TERCERA TEMPORADA

Realmente ha sido un milagro de los dioses el que los productores hayan podido sacar adelante esta tercera entrega sin un showrunner no solo manteniendo los estándares de calidad propios (y costosos) de la serie sino que incluso han enderezado la deriva creada por la segunda entrega. Pero aún así no ha sido suficiente como para evitar que STARZ, dado las bajas audiencias en relación a los costos halla decidido dar carpetazo a la serie dejándonos con la sensación de un coito interruptus. Se habla de una película para televisión que apañe el asunto. Veremos.

Mientras tanto hemos disfrutado en el camino de estos diez episodios con las aventuras y desventuras de sombramoon y la galería de dioses que le acompañan. Subtramas de thriller made in Fargo acompañan a escenas oníricas y de corte sexual excesivamente infladas a mi juicio dentro de un tono general notable que nos ha hecho volver a creer en esta serie basada en la obra de Neil Gaiman y cuyo azaroso desarrollo esperemos que algún día culmine como se merece.

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