Junto con "Fariña" probablemente la mejor serie dramática de producción española. Una vez más no hay que irse fuera de nuestras fronteras para encontrar historias que nos atañen muy directamente aunque en el fondo sean universales.  La cara B de esa Sevilla esplendorosa del XVI ya prefigura con sus barros los lodos en los que andamos metidos. La arriesgada apuesta de sus creadores, sobre todo en el plano formal es una maravilla artística, donde todo el equipo de producción a tales efectos son los auténticos protagonistas sumergiéndonos en esos tiempos donde la luz intensa de la Puerta de las Américas cede su fuerte presencia a las tinieblas no solo lumínicas y los palacios son engullidos por las callejuelas insalubres y esa otra ciudad de chabolas extramuros donde el reclamo de los oropeles de la ciudad y el Nuevo Mundo atraen como miel a las moscas de los desheredados. Los que siempre hemos disfrutado en poco más de un siglo de la luz eléctrica nos vemos transportados a un mundo de penumbra, de oscuridades ominosas, donde el grito de: "¿quien vive? encuentra todo su sentido.

Los dos primeros episodios de la mano de Alberto Rodriguez son impresionantes y uno se las promete muy felices con los cuatro restantes. Desgraciadamente el nivel pasa de sobresaliente a notable y a tenor de lo visto da un poco de rabia que el guión derive en un trhiller al uso y mayormente confuso que se sostiene gracias a la galería esplendida de personajes (siempre hemos destacado con secundarios brillantes) y una potente atmósfera que nos mantiene hipnotizados hasta el final. Escenas impactantes se superponen ante personajes que merecían mayor desarrollo, algunos con incongruencias, con actitudes más como de este siglo y un final algo forzado que nos remite a una segunda parte cuando menos prometedora.

SEGUNDA TEMPORADA: La mano de la garduña

A tenor de lo visto, uno no puede dejar de lamentarse de que nuestro bienamado Capitán Alatriste y sus andanzas no hubieran caído en manos de Alberto Rodriguez y Rafael Cobos. En fín, mala suerte. Y si notable fue la primera temporada en esta segunda se han pulido los defectos basicamente de guión y el resultado es redondo, sobresaliente. Los personajes, principales y secundarios están bordados por sus respectivos actores, son sólidos, creíbles, como esa Sevilla del XVI donde esta vez las luces y las sombras, literal y metafóricamente se dan la mano para dejarnos entrever las tripas malolientes de corrupción y violencia.

La Garduña es un mamífero depredador carnívoro de la familia de los mustélidos de hábitos nocturnos, solitario, controla y defiende un amplio territorio dotado de buenas garras. Abunda en la península ibérica. A nuestro siglo de oro, se le suele llamar así por sus excelencias artísticas y literarias, infinitamente desaprovechado en nuestras ficciones de la pantalla donde poder demostrar que a la postre ese "oro" es el auténtico y literal motor que rige inmisericorde la vida y la muerte de los hombres y mujeres de cualquier siglo.  

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