El cine de corte social de este británico de 76 años es y sigue siendo muy recomendable. Ahora para conmemorando los 200 años de la masacre producida en Manchester el 16 de Agosto de 1819, Leigh nos sumerge en el túnel del tiempo y nos convierte en observadores de lo que allí ocurrió gracias a una sobresaliente producción y dirección artística, de vestuario, fotografía..., un gran trabajo de equipo con un reparto coral que cede el protagonismo en beneficio de los hechos. Leigh se esfuerza por una mirada objetiva pero obviamente toma partido y el dibujo de algunos de los personajes toman un cierto cariz caricaturesco en su "papel" de "malos de la película". La cinta es básicamente didáctica y sobre todo muy discursiva, donde el juego de la oratoria ocupa, a mi juicio, más minutos de los necesarios hasta llegar a un desenlace final ya conocido y previsible que sin dejar de ser sobrecogedor no acaba de ser memorable cinematograficamente.

Hacía cinco años que Napoleón había sido derrotado en Waterloo, como siempre la base de la pirámide social seguía siendo explotada y los ecos de la revolución francesa daban alas a los que anhelaban reformas. Hambruna, desempleo y malas leyes siempre acaban por encender la mecha del "basta ya" y la cosa acaba como suele: pagando un precio de sangre por poder avanzar en la utopía de un reparto justo de la riqueza. Hechos como el de Peterloo siguen y seguirán a la orden del día mientras que los de arriba de la pirámide enmascaren y justifiquen sus miedos a perder sus injustos privilegios utilizando la violencia de cualquier tipo con la excusa de mantener la "paz y el orden".

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