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España España · MADRID
Voto de ELZIETE:
8
Drama A finales del siglo XIX, la mansión Amberson es la más fastuosa de Indianápolis. Cuando su dueña, la bellísima Isabel, es humillada públicamente, aunque de forma involuntaria por su pretendiente Eugene Morgan, lo abandona y se casa con el torpe Wilbur Minafer. Su único hijo, el consentido George, crece lleno de arrogancia y prepotencia. Años más tarde, Eugene regresa a la ciudad con su hija Lucy, y George se enamora de ella. (FILMAFFINITY) [+]
6 de enero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se si los responsables de titular las películas en los años cuarenta en España quisieron aportar su granito de arena a la historia de desafortunada manipulación a la que se vio sometida la segunda película del por entonces joven (27 años) prodigio Wells. En cualquier caso lo hicieron colocándole este título tan bíblico y tan desafortunado al original "La magnificencia de los Amberson", homónimo de la novela ganadora del pulitzer en 1919 escrita por el novelista y dramaturgo norteamericano Booth Tarkington.
Wells en su contrato con la RKO tenía libertad para elegir y eligió esta novela sobre la decadencia de una familia poderosa (entre otras cosas). Y el genio la pasó por su "turmix" creativa concibiendo un proyecto más personal que "Ciudadano Kane", de dos horas y doce minutos, que a tenor de lo que ha quedado bien podía haber sido el peliculón del siglo.
Pero no lo fue. Comenzó la guerra, Wells se marchó obligado a Brasil a rodar dentro del marco de amistad cultural con latinoamerica promovida por la administración de Roosevelt, con el beneplácito del magnate Rockefeller uno de los máximos accionistas de la RKO. La desafortunada y rocambolesca historia de su periplo por Brasil daría para un libro entero. El caso es que cuando al final volvió al cabo de ocho meses, la RKO había cambiado y también su relación con Wells, del que querían deshacerse por caótico y anticomercial.
Y el pato lo pagó la cinta que nos ocupa, estrenada sin la autorización ni el montaje de Wells, mutilada en unos 45 minutos y con escenas finales añadidas para suavizar el final. El desastre fue total. Pero lo peor estaba por llegar. George Shaefer productor y presidente de la RKO mandó destruir el material rodado por Wells que habían desechado. Dios se lo demande. A parte de que le echaron de la RKO.
Aún así la mezcla de teatro, radio y cine que engendró Wells es tan poderosa que apabulla y nos estremece pensar lo que pudo ser originalmente.
La excelente dirección, siempre innovadora, su atmósfera sombría y decadente con un uso de la luz y una fotografía excelsa, su aroma shekaspeiriano interpretado fielmente por la mayoría de actores teatrales de su compañía del Mercury y su abanico de posibilidades dramáticas van mucho más allá que la decadencia de una familia. Ochenta y ocho minutos de escenas memorables que no pudieron ser ensambladas como debían. Probablemente si lo hubieran sido también habría sido un fracaso comercial. Y es que el público aún no estaba preparado para una forma de hacer cine del que Wells fue su más ilustre precursor.
ELZIETE
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