A Mario Casas le gusta actuar y se le nota, para bien, en sus esforzadas interpretaciones. El día que ese esfuerzo se le deje de notar será mejor actor. Mientras tanto el empeño ha sido recompensado con un Goya. Al tiempo irrumpe y nunca mejor dicho la murciano-neerlandesa Milena Smit que pasa de su afortunado debut en esta cinta a ser fichada por Almodovar para su próximo proyecto. No quiero olvidarme tampoco de la bilbaína Elisabeth Larena que demuestra su buen hacer con un personaje que aprovecha sus minutos.

Sobre ellos, en especial Casas, el director David Victori construye un thriller adrenalítico con un guion escrito a tres manos que no por simple deja de ser eficaz y que se pone serio un minuto antes del final. Victori fuerza los colores y las atmósferas algo impostadas a veces, al igual que las situaciones pero nos mantiene expectantes en la butaca en este "after hours" salvaje cámara en mano. 

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