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España España · Santander
Voto de LuisVallejo:
5
Aventuras. Romance Siglo XII, Europa entera está inmersa en las Cruzadas para recuperar la Tierra Santa. Godofredo de Ibelin (Liam Neeson), caballero respetado por el rey de Jerusalén y comprometido con el mantenimiento de la paz en la región, emprende la búsqueda de su hijo ilegítimo Balian (Orlando Bloom), joven herrero francés que llora la pérdida de su mujer y su hijo. Godofredo convence a su hijo para que lo acompañe en su misión. Tras la muerte de ... [+]
30 de mayo de 2005
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es un bodrio. A partir de tan elemental principio y punto de partida, ya podemos entendernos y ocuparnos de asuntos de mayor enjundia, incluso relacionados con esa película de Ridley Scott llamada El reino de los cielos. Créanme que no concedemos mucha importancia al cúmulo de anacronismos, personajes cuya biografía se fuerza y retuerce para acomodarla al guión, o detalles de ambientación fuera de lugar: la exquisita perversidad de Guy de Lusignan, que no fue para tanto; la ubicación en la Palestina del siglo XII del Alcázar sevillano (que data del XIV, con sus azulejos de estilo nazarí y su neomudéjar de tiempos de Isabel II); la invención de unos devaneos amorosos entre la princesa-reina Sibila y Balian de Ibelin que, por cierto, jamás fue herrero sino noble desde la cuna y señor de Nablus, o los supuestos perdones para los prisioneros que Saladino habría derramado generosamente por doquier, cuando la realidad histórica es que, tras la batalla de Hattin, todos los caballeros del Temple y el Hospital cautivos fueron pasados a cuchillo, o que después de la Toma de Jerusalén tres cuartas partes de la población (quienes no pudieron pagar su rescate) fuesen vendidos como esclavos. Estos deslices carecen de trascendencia en un filme de aventuras, y si la ficción se quedara en esos dignos límites del entretenimiento visual y narrativo, estaríamos salvados, pues desde el momento de entrar al cine somos conscientes de estar participando de un guiño convencional entre guionista-director de un lado y espectadores de otro: sabemos que aquello no es ni fue nunca verdad. Y así lo aceptamos.

No es eso lo peor. Lo más grave sucede cuando la película comienza y termina colando de rondón un trasfondo ideológico inimaginable en el momento y espacio aludidos (véanse los discursos del protagonista sobre libertad e igualdad). Porque lo habitual en estos despliegues de moralina es inocular al pasado, para que broten por todos los rincones, los mitos de nuestro tiempo y reforzar de tal guisa la ideología nada inocente que productor-director-guionista buscan endosarnos de matute.
Ahora la moda es el multiculturalismo...

En nuestros días lo que se lleva es la imposición del pensamiento único representado en lo políticamente correcto, y la adoración boba por una sociedad ajena que desconocen. Porque una cosa es evocar en la pantalla –y ganando buenos duros en el caso de Scott– el exotismo de parque temático de la tierna bondad natural del Buen Salvaje y otra bien diferente quedarse sin cerveza, ver a las mujeres sólo metidas en un saco negro, o renunciar a la libertad individual para hacer lo que a uno le dé la real gana.
LuisVallejo
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