La ambientación es de western, pero la construcción dramática es más de thriller claustrofóbico en el que cada hora que pasa hace más desesperada la situación de los protagonistas. Un western sin espacios abiertos y con puertas cerradas. Aunque es un género en el que no suele faltar el suspense, en esta película se adueña del apurado metraje en un crescendo sin pausa hasta el clímax final.

El guión está muy bien armado. No parte de una situación muy original, pero se entretiene en la construcción de personajes, lo que da pie para introducir la inevitable trama romántica o algunas notas de humor. Con un guión así, Hathaway sólo tenía que aportar su dominio de la puesta en escena para facturar una película absorbente, una película de las que no te da que pensar, pero que mientras la estas viendo tampoco piensas en otra cosa. A los interpretes les basta poco más que aportar su presencia para sacar adelante a sus personajes. Ni Power encajaba en el personaje de Elam, ni este podría defender con la misma galanura el personaje de Power. ¡Lo que condiciona una cara!