Aviso: no conviene que leas esta crítica si no has visto la película. No contiene spoilers, pero créeme, si aún no la has visionado, esta crítica será más inútil que un cenicero en una moto, no es cuestión de haceros perder vuestro valioso (o no) tiempo. Solo los que la hayan visto la entenderán. Allá va:

El cine oriental vuelve a ofrecernos un mediocre producto cocinado con el molde prefabricado de los drama-thrillers. Una historia a priori novedosa (el tema de la venganza es tabú en los paises asiáticos), se convierte en pura rutina debido a la convencionalidad y el poco riesgo que ha tomado su director. Con miedo a que se la tache de poco realista, la película se mueve en patrones muy sobados pero seguros de cara al espectador.

Llega a ser aburrida, predecible, contenida y monótona. Las actuaciones de los actores principales dejan mucho que desear, no así el resto de secundarios, sobre todo los alumnos con apenas dos líneas de diálogo que clavan sus papeles y ofrecen una contenida y eficiente interpretación.

El guión es simple y poco virtuoso, carente de situaciones que no te dejan pestañear. Las conversaciones son vulgares y se pierden en el aire, son meras palabras sin ningún doble sentido. Para colmo, muchos planos son horriblemente feos, aquello que llamamos lírica brilla por su ausencia. Imposible no mirar el reloj mil veces.

Por decir algo bueno, el guión no tiene ninguna contradicción ni se toma licencias y la BSO es muy original.

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