Recuerdo una película de Ti West, ‘La casa del Diablo’, que resultaba ser una rara avis moderna del terror, debido a que emulaba a la perfección un subgénero muy particular, el del horror satánico, o diabólico, de hacia finales de los años 1970 e inicios de los años 1980. Su mérito no venía solo por el qué, sino por el cómo. Y es que el homenaje era tan bueno que parecía rodado en aquella época. Todo un logro.

Y es el mismo Ti West quien repite la hazaña años después, tan solo cambiando el subgénero, buscando en esta ocasión otro momento muy particular del horror, el del slasher primerizo de los años 1970, aquel que tiene su mejor representación en la ‘Matanza de Texas’, que derivaba de la visionara y tempranera ‘Psicosis’ y que aún no había sido cimentado con todos sus elementos en ‘Halloween’. Es ese tipo de cine el que quiere hacer y homenajear, es lo que consigue y, aparte de ambientarse en 1979, parece rodada en ese año. Como amante del horror en general y del slasher en particular, tengo que rendirme ante este trabajo, pues da todo lo que vienes buscando y lo hace con un nivel de dirección, estilo, detalles y guiños que es un disfrute absoluto.

¿Y qué viene la gente a buscar a un slasher Sobre unos chavales que ruedan una peli porno en la América profunda de 1979?

- Sangre.
- Sexo.
- Muertes.
- Culos.
- Tetas.
- Una enorme polla.
- Mal rollo.
- Angustia.
- Suciedad.
- ‘Final Girl’.

No falta nada de lo esencial, y de regalo aún se permite maravillosos juegos de planos, un Mcguffin, diversos homenajes, una atmósfera inigualable y dardos envenenados sobre la condición humana, los deseos y envidias de una juventud a la cual la vejez atrapará con el paso del tiempo. Juventud, divino tesoro.