Diez minutos, y estás encantado con una película que apela a la parte aventurera y soñadora del espectador. Media hora, y sonríes por las continuas referencias a la ciencia ficción y a la ciencia real, mientras la deliciosa presentación de los personajes principales continúa y la historia promete ser una aventura de las de antes donde se intuye una influencia del videojuego Bioshock, aunque solo como planteamiento de la trama y ciertos contrastes visuales. Una hora y pico, y no estás muy seguro de lo que ha pasado, pero algo no funciona. Tienes a flote tu parte soñadora, la que hace que levantes la cabeza hacia las estrellas, pero no se encuentra emocionada como al principio, y comienza a esconderse. Casi dos horas, y ves la película hundida en la decepción, con ideas mal explicadas y personajes mal desarrollados, villanos patéticos y efectos especiales gratuitos, de superfluas historias de amor, drama ligero y, en resumen, una absoluta pérdida de los sentimientos iniciales.

Muy mal. Yo no sé qué pasa con el cine comercial, porque el problema de esta película lo he visto más veces: fenomenal punto de partida, mensaje y trasfondo originales, inicio de gran calidad, tanto visual como narrativa, y luego todo se va a la mierda en un desarrollo simplón donde el vacío argumental es ocupado por los efectos especiales. Habría que empezar a limitar el presupuesto de estas superproducciones para que, al carecer de recursos, tirasen de ingenio y contasen la historia como dios manda, olvidándose de lucir rayos láser y explosiones de colores.

Hasta el mensaje que intenta transmitir se enreda de mala manera en su explicación, con taquiones, máquinas videntes, futuros inevitables y un villano apagado e innecesario. Lo que dice, en el fondo, es que somos unos pesimistas, nos hablan de futuros deprimentes por una causa u otra y nosotros simplemente lo aceptamos sin hacer nada, por lo cual el peor futuro ha pasado de posible a inevitable al haberlo abrazado sin cuestionarlo. Y para huir de ese fatal destino hace falta un cambio de mentalidad, trabajar con energía y esperanza, seguir los sueños y luchar por un mundo mejor. Muy bonito, pero la película desarrolla fatal todo esto, explicando en cinco minutos no sé qué de las frecuencias interdimensionales de la máquina del futuro que transmite y convierte en realidad los pensamientos globales, y luego corta y se mete en una pelea de buenos y malos para destruir la máquina y, en cuanto a los malos pensamientos, se solucionan buscando a las personas optimistas del mundo, que ahora salen a centenares aunque la robot ha tardado 25 años en encontrar una…

Soñador, te han engañado. Deja de mirar la pantalla y vuelve a las estrellas. Aquí no alimentarás tu ilusión.