Vampirismo usado como catalizador filosófico para desmenuzar la naturaleza del ser humano, desde un punto de vista pesimista y fatalista.

La historia sigue a una joven cuyo vampirismo es a la vez una adicción, una enfermedad y una liberación. No puede dejar de darse chutes de sangre en un círculo vicioso y aparentemente irremediable en un afán por olvidar lo enfermo que está el mundo y lo enferma que está ella. Como la bebida que el alcohólico sigue bebiendo para difuminar la realidad de que es un alcohólico y la destrucción propia y ajena que provoca a su paso. Incluso esconde una idea más tenebrosa: las adicciones liberan nuestra propia naturaleza, y es esa naturaleza la que nos lleva a las adicciones, pues en el fondo es maligna y fea. ‘No somos malvados porque hagamos cosas malas; hacemos cosas malas porque somos malvados.’. Es una película con un mensaje muy depresivo sobre el mundo a nuestro alrededor.

Tiene un aire clásico con una puesta en escena casi teatral y una cinematografía en blanco y negro, probablemente elegida porque es una historia donde los colores no tienen cabida.

Una propuesta la mar de interesante.