Alan Turing fue un gran matemático cuyas contribuciones en diversas áreas son numerosas e importantes, desde la máquina de Turing (un computador abstracto de memoria infinita y funcionamiento simple), el test de Turing (para averiguar si una máquina posee inteligencia), la ruptura del código Enigma (gracias a la máquina ¨La bomba¨) hasta la gran pregunta, ¨¿pueden pensar las máquinas?¨. Entre otros logros.

Su vida, además, es muy interesante. Tras una carrera brillante, el gobierno británico ¨premió¨ sus aportaciones condenándolo por homosexual e imponiéndole una terapia hormonal que lo desgastó física y mentalmente hasta llevarlo a un posible suicidio consumado mediante una manzana envenenada.

La película que nos ocupa debió de pensar que todo esto era bastante soso para el espectador medio actual, y tergiversa la historia a placer para convertirla en un trillado drama sin riesgos, sin emoción y sin alma. El personaje de Alan Turing, interpretado por un portentoso Benedict Cumberbatch que se marca una interpretación muy superior a la que merece este film, es retratado como un sucedáneo dramático de Sheldon Cooper (personaje de la serie ¨The Big Bang Theory¨) y de Sherlock (de la serie homónima, interpretado también por Cumberbatch), a saber: narcisista, arrogante, negado socialmente, etc. Estarán de moda los genios insoportables, pero aquí no venía a cuento, resultando casi un insulto a la memoria del hombre al que, supuestamente, rescata y recuerda la cinta.

Las aportaciones de este hombre al mundo están tratadas de forma superficial, mediante meras menciones o guiños que pasan sin pena ni gloria. Centrándonos en la trama, ésta se forma de los tópicos propios del género: relaciones amorosas que no aportan nada, el malo que quiere cancelar su trabajo porque el protagonista le cae mal, los compañeros enemistados que terminan siendo fieles compañeros, la chica florero que se pasea por pantalla de forma gratuita, etc. Tampoco faltan a su cita las frases épicas del estilo ¨Has nacido para hacer algo importante¨ o la repetitiva escena donde al genio se le ilumina la bombilla y lo resuelve todo a último momento.

Sobre el tema de la homosexualidad y el castigo que el gobierno le impuso por ello a Turing se pasa de puntillas, no vaya a ser que alguien se enfade. Así mismo, los momentos finales de su vida, que podrían tener una intensa carga dramática y filosófica con pie a la crítica y la reflexión, son totalmente ignorados para no salirse del tono comercial y pretencioso de toda obra realizada únicamente para conseguir algún premio Óscar.

Yo recomiendo indagar sobre la verdadera historia de Turing así como del proceso por el cual se consiguió descifrar Enigma. Es mucho más interesante y productivo que esta convencional imitación sobre hechos y personajes que no fueron tales.
Un gran material desperdiciado.