Interesante cuento de brujería. Fantasía, terror y comedia se agarran de la mano en esta producción soviética de los 60 que va de menos a más y destaca especialmente por un clímax de locura con todo tipo de seres demoníacos de ultratumba aterrorizando al desdichado protagonista en una tétrica iglesia.

Al principio cuesta sintonizar con su estilo, al menos a mí me descolocó un poco ese humor enlazado con el aura de un relato fantasmagórico. Poco a poco me fui adaptando y terminé por disfrutarla, en especial cuando llega a la parte de la Iglesia y el seminarista debe pasar tres noches encerrado con la bruja, que es cuando realmente se convierte en una fábula de trasgos, meigas y esqueletos, de esas que se cuentan de noche al lado de la hoguera.

Efectos especiales artesanales, vistosos y con encanto. Leonid Kuravlyov lleva a cabo una gustosa interpretación. Despunta la buena técnica con la cámara.

Cautivadora.