Interesante película de ciencia ficción poco conocida pero muy relevante dentro del género. Nos encontramos ante nada menos que el precedente de ‘Star Trek’ y de ‘2001’, casi nada. La serie de Gene Roddenberry es a la que influencia muy claramente, hasta el punto de que esto parece casi pertenecer a ese universo: la tripulación variopinta, la sala principal, las pantallas gigantes, la nave, la exploración del espacio, descubrir nuevos mundos, el sentido de la aventura espacial y el ambiente de utopía comunista. En cuanto a la obra de Kubrick, pequeños pero evidentes detalles: los trajes espaciales, el tono aséptico, la seriedad argumental y los pasillos de la nave.

Es, pues, una obra pionera en sus diseños y estilo. Un puente entre la ciencia ficción espacial ingenua hecha hasta el momento y la que se erigiría más adelante, seria, de gran carga metafísica. La película tiene elementos de los dos mundos.

Habla de la soledad en el espacio, de cómo la mente del ser humano se puede romper en un viaje de esa envergadura, sobre afrontar la paradoja de Einstein, aceptando que la gente de la Tierra va a envejecer a un ritmo más acelerado que el de los viajeros. También se reflexiona sobre la vileza del ser humano y sus ansias de autodestrucción, tocando, por supuesto, el tema de la amenaza nuclear.

Sin embargo también tiene elementos de esa inocencia optimista y esperanzadora, utópica. Unión entre las personas, un futuro mejor, de armonía y libre de violencia. Bailes, bromas, buen ambiente. El robot tiene un diseño a lo “Forbidden Planet”. La historia que parecía querer ser compleja en algún momento, termina por no salir de su simpleza, sin alejarse del mensaje de comunismo naif.

Una curiosidad especialmente recomendada a los amantes de la ciencia ficción. Ha envejecido un poco mal, eso sí, pero es corta, entretenida e innovadora.