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10
6,6
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Comedia. Drama
Es una mañana de domingo de 1963 en un bar de un pueblo de Minas. Rataplán, el barrendero; Quintana, el sepulturero; Siete y Tres Díez, el vendedor de loterías y su perro Aquino, esperan a Rodríguez, que los va a llevar a ver el mar por primera vez. El Vasco, su capataz, los acompaña a regañadientes. Recién llegado de la capital, un elegante desconocido se suma a la comitiva en el último momento. A lo largo del viaje, bajo el sol, en el ... [+]
1 de diciembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es tan menor, tan primera vez, tan Opera prima, tan local que sorprende. No sorprende tanto si uno mira su reparto y su ingenuidad. Tuve la posibilidad de leer el cuento en el que está basada la película y es tan respetuoso que juraría que el autor hubiese soñado con los protagonistas. Hasta el perro actúa bien. inigualables las actuaciones de julio Cesar Castro, quien le escribía los diálogos a Landriscina, sino la actuación de Julio Calcagno, que vendría a ser algo así como el Alfredo Alcón uruguayo, con respeto lo digo, por ambos.
Me sorprendió que las críticas que menos puntos le ofrecen a esta película sean de los dos unicos uruguayos que escribieron, pero no me sorprende tanto porque son de Montevideo, la capital del pais, es que para comprenderla en toda su extensión no hay que haber nacido allí.
Me sorprendió que las críticas que menos puntos le ofrecen a esta película sean de los dos unicos uruguayos que escribieron, pero no me sorprende tanto porque son de Montevideo, la capital del pais, es que para comprenderla en toda su extensión no hay que haber nacido allí.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
A pesar de que habían resuelto partir a las cuatro, Rataplán llegó a las tres. Era el primero en llegar.
En el café había un solo hombre, sentado al lado de la puerta, desconocido para Rataplán, lo que quiere decir que no era del pueblo.
-Buen Día - dijo aquél al entrar.
-Bueno -respondió el otro, y acercó una silla al recién llegado como si le conociera o estuviera esperándole y, tras un silencio, agregó:
-¿Madrugó, eh?
-Sí -respondió Rataplán-, estamos de viaje a la playa.
-¿A qué playa?
-¿Hay más de una?
-¡Uf!... Muchísimas. ¿No conoce el mapa?
-No señor, no lo conozco...
-Pues playas hay muchísimas...
-Habrá. A nosotros nos lleva Rodríguez. ¿No ve que nunca hemos visto el mar?
En ese momento llegaron el rengo "Siete y tres diez" con su perro, y "Leche con fideos", un hombre flaco, pálido, con una barba negrísima, de ocho días, peón de un horno de ladrillos.
Se sentaron junto a Rataplán y el desconocido. Pidieron una caña y al minuto ya estaban participando familiarmente de la conversación.
El desconocido hacía cuentos de tartamudos con los que ellos se destornillaban de risa. Fue Rataplán el que tuvo que pedirle al fin:
-No haga más, por favor... Guarde alguno para la playa...
"Siete y tres diez" se asomaba de rato en rato a la puerta, nervioso por la tardanza de los otros excursionistas.
Rodríguez y el vasco Arriola llegaron cuando ya era día claro.
Aquél -que era el dueño y el conductor del camión- descendió de éste, dejó el motor en marcha y se sumó a la rueda.
El desconocido, que advirtió la presencia de Arriola, se acercó a la puerta e invitó:
-Baje, tome una caña y nos vamos.
-El día va a ser bárbaro e'calor -dijo "Leche con fideos".
-Sí, nos a sacar lonjas -respondió Rodríguez.
Con dificultad, pues estaban muy pesados de caña, los que aguardaban en el café subieron al camión. Después lo hicieron Rodríguez y Arriola y partieron.
En el café había un solo hombre, sentado al lado de la puerta, desconocido para Rataplán, lo que quiere decir que no era del pueblo.
-Buen Día - dijo aquél al entrar.
-Bueno -respondió el otro, y acercó una silla al recién llegado como si le conociera o estuviera esperándole y, tras un silencio, agregó:
-¿Madrugó, eh?
-Sí -respondió Rataplán-, estamos de viaje a la playa.
-¿A qué playa?
-¿Hay más de una?
-¡Uf!... Muchísimas. ¿No conoce el mapa?
-No señor, no lo conozco...
-Pues playas hay muchísimas...
-Habrá. A nosotros nos lleva Rodríguez. ¿No ve que nunca hemos visto el mar?
En ese momento llegaron el rengo "Siete y tres diez" con su perro, y "Leche con fideos", un hombre flaco, pálido, con una barba negrísima, de ocho días, peón de un horno de ladrillos.
Se sentaron junto a Rataplán y el desconocido. Pidieron una caña y al minuto ya estaban participando familiarmente de la conversación.
El desconocido hacía cuentos de tartamudos con los que ellos se destornillaban de risa. Fue Rataplán el que tuvo que pedirle al fin:
-No haga más, por favor... Guarde alguno para la playa...
"Siete y tres diez" se asomaba de rato en rato a la puerta, nervioso por la tardanza de los otros excursionistas.
Rodríguez y el vasco Arriola llegaron cuando ya era día claro.
Aquél -que era el dueño y el conductor del camión- descendió de éste, dejó el motor en marcha y se sumó a la rueda.
El desconocido, que advirtió la presencia de Arriola, se acercó a la puerta e invitó:
-Baje, tome una caña y nos vamos.
-El día va a ser bárbaro e'calor -dijo "Leche con fideos".
-Sí, nos a sacar lonjas -respondió Rodríguez.
Con dificultad, pues estaban muy pesados de caña, los que aguardaban en el café subieron al camión. Después lo hicieron Rodríguez y Arriola y partieron.