Quizás entre las pocas sitcoms de Disney Channel de las que me siento algo identificado y de que me he enganchado por sus hermosas moralejas al final de la historia, sus actuaciones primarias y estelares en la buena yema del gusto y hay otras que resultan una patada en el ingle. Aunque los hermanos Ross hayan destacado su fórmula de trío perfecto y disparejo por todas las travesuras y enredos surtidas en la dulzona Jessie, de los que se ven envueltos nos han hecho reír, aquí vuelven a hacerlo como dé lugar en el modelo del Boomerang: Cuando todo gira a su alrededor, regresa a su sitio. De humillado pasas a humillar, de reprendido pasas a reprender al otro, etc.
Todo personaje está catalizado en un ambiente del cual su ambientación está poco discutida, pudo habérsele dado mejor rediseño en la suavidad de los trazos, mejores efectos visuales, mejores chistes que se alejen más de la humillación y de no pasarte de la raya al desentonar.

Lo dice el título de esta reseña. Más que Kikiwaka, este campamento de los mil y un embrollos pudo dársele el nombre y apellido: En KikiWaka ríes y haces Cataplum.