Es un caso curioso el de esta película de descriptivo título. Su leyenda (pues es claramente una película mítica) se nutre en gran parte de la generación que la vió en su momento, pero ya con una cierta distancia, sigue siendo un pequeño clásico. Obviando que en lo técnico ha envejecido, y que Russel Mulcahy no es uno de los grandes del género, lo que sigue quedando es una historia con un gancho brutal, un Christopher Lambert al menos competente y un Sean Connery que le da caché al producto. Súmesele la banda sonora de Queen, frases memorables y una cierta nostalgia ochentera, y a la mesa. La historia parte de un miembro de un Highland irlandés que por motivos inciertos adquiere unas propiedades que abren paso a grandes tandas de mamporros, y a disquisiciones filosóficas nada desdeñables.

PARA LOS CINÉFAGOS: Buen espectáculo tanto para los que no la han visto como para los que quieran recordarla. Acción, ira, camaradería y un punto muy agradable de fatalismo la convierten en recomendable.

PARA LOS CINÉFILOS: si esperan ver algo que merezca la pena de la dirección del tío Russell, no pierdan el tiempo. La película funciona porque la historia y los personajes son muy atractivos y no es suficientemente malo en la ejecución comopara echarlo todo a perder, pero me corren escalofríos solo de pensar si la hubiera cogido un Mc Tiernam o un Donner (quizás hubiera quedado un bodrio, nunca se sabe...). En cualquier caso forma parte de la imagineria popular de fin de siglo.

PD: SI LE HA GUSTADO, NI SE LE OCURRA VER NINGUNA DE LAS SECUELAS