Es tristísimo, la verdad. Antes necesitaba un capítulo para desechar las series españolas y últimamente con media horica me apaño. Piratas se mueve, como muchas otras antes de ella, en el cenagoso mundo del cutre-plagio. Ciertamente se ve que hay dinero metido en la producción, pero no el suficiente para hacer sombra a la franquicia de la Disney; peor solución tiene el hecho de que hay mucho menos talento y mucho menos sentido del espectáculo. Nuevamente asistimos a las iluminaciones de escenarios más propias de un partido en el Bernabeu que del siglo XVIII, al vestuario inmaculado recieén sacado de la bolsa de Cornejo SA, a los dientes inmaculados, a los actuaciones más propias de una Revista musical con Emilio Laguna (mis respetos para él) y, sobre todo, al plagio consciente y humillante de algo que otros han hecho mejor antes que tú. Para finalizar, el elenco: Jaenada es el pirata peor interpretado de la historia (mezcla contra natura de una sombra de Jack Sparrow y un calavera de las películas de Ozores), Pilar Rubio pone lo que siempre tuvo a la postre, carne, hay un tipo directamente copiado del personaje Joshamee Gibbs de Piratas del caribe y, como no, un niño rubito de perfecta salud que ya imposibilita que la serie tome el más mínimo rumbo adulto. Pues eso, seguimos siendo un país de comedores de chopped teniendo el ibérico de la HBO y demás.