No voy a mentir: me aburrí, y no poco. ¿Los motivos?: pues yo diría que los principales problemas son el enfoque de la película y el pésimo guión. Y es que la mezcla de vaqueros y alienígenas necesita claramente un director como Sam Raimi o John Carpenter, que le dieran ese toque de Serie B y gigantesca broma que tanto pide la historia. Favreau, que ha perdido para siempre ese toque festivo y sin complejos que tuvo en el primer Iron Man, se lo toma en serio y pierde, porque todo el metraje tiene un aire plomizo y una falta de ritmo terroríficas. Así, los protagonistas son incapaces de generar la más mínima empatía y a mí solo me pareció potable Sam Rockwell (Craig se limita a poner abdominales y Ford esa mirada de perro apaleado que tanto le gusta), y las escenas de acción son repetitivas, muy poco vistosas y las más veces absurdas. En definitiva, la carencia de sentido del espectáculo es muy llamativa para un blockbuster de este tamaño y no es recomendable para ningún espectador ávido de dos horas (¡Dos horas!) de entretenimiento.