Excesiva, absurda, espectacular... estamos hablando de John Woo y el problema no es la película, sino la decisión de los productores de encomendársela a nuestro risueño amigo. Después del ejercicio de elegancia de Brian de Palma (visualmente siempre me pareció de un gusto dificilmente superable), el cambio de tercio es absoluto y Tom Cruise se convierte en un saltimbanqui de tomo y lomo capaz de partirle la cara a cualquiera en cualquier postura. Yo no creo MI 2 sea una mala película porque es honesta en sus planteamientos y es un entretenimiento absurdo, pero digno. Otra cosa es que no le perdonemos a los guionistas que los españoles salgan retratados como paletos quema-santos (sí, amigos, se mezclan las fallas con la Madrugá) y que se rompa la inmaculada trayectoria de Ethan Hunt, pero como producto aislado el desfile de traumatismos, balaceras y frivolidades moteras es para pasar dos horicas muy a gusto.