Desdeñable por algunos adultos a mí alrededor (1987) y tan eficaz para la percepción infantil, donde esos seres horrendos y grotescos cumplen su cometido: aterrorizar, ser causantes de insomnio, al pensar en lo que Satanás es capaz de hacer en medio de la nada en una noche por demás larga. Con el paso del tiempo, queda guardado en vagos recuerdos de cintas que te aterrorizaron por su alto contenido de violencia (denominado como gore), el cual ahora es considerado como de culto y te crea dudas por los comentarios encontrados.

Al comenzar con clases de estética (apreciación del cine) y te vuelves a topar con esta película, efectivamente, ya no es miedo; te produce risa y asco; te colocas en la posición de los personajes y encuentras lógica personal e irracionalidad por parte de ellos. La suerte no les debe favorecer jamás (para cuestiones de duración fílmica); un protagonista inmerso en la realidad demoníaca; sin mayores shocks por destazar a sus compañeros de viaje y a su novia.

Para Sam Raimi afortunadamente hubo evolución en su trabajo; para mi una sorpresa el leer quien era el director de Spider Man y aunque fue tachado de un superhéroe sumamente romántico, su aportación fue mayor al de su opera prima. No podemos decir mucho del elenco que conformó Posesión Infernal (AKA El despertar del Diablo) ya que para la mayoría fue su debut y despedida en el séptimo arte, con excepción de Bruce Campbell, quien al parecer Sam Raimi se ha encargado de darle trabajo en todas sus películas, sin olvidarnos de la secuela Terroríficamente Muertos.

Al leer más críticas de esto, te ríes aun más con algunos comentarios, pero el desconcierto continua, ¿por qué se le considera de culto?