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Voto de Juan Marey:
8
Acción. Intriga Lander, un desquiciado excombatiente del Vietnam, se une a un grupo terrorista palestino que prepara un gran atentado en Miami para protestar por el apoyo que recibe Israel. El oficial israelí Kabakov, con la ayuda del FBI, sigue la pista de una mujer palestina que puede ser la pieza clave para desbaratar los planes del grupo de fanáticos. Basada en una novela de Thomas Harris, el autor de "El silencio de los corderos". (FILMAFFINITY)
20 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Domingo Negro” fue el primer “hit” editorial de Thomas Harris, el mismo que años más tarde se llenaría de oro escribiendo la saga del caníbal sibarita más famoso de todos los tiempos, porque sí, Harris es el padre de Hannibal Lecter, “El Silencio de los Inocentes”, y toda su parentela. Pero si a a vosotros os parece que Harris era bueno escribiendo sobre asesinos en serie, esperad a ver la impecable intriga internacional que elabora aquí, Harris no sólo explora con gran profundidad a los personajes, sino que los humaniza, ciertamente la terrorista que compone Marthe Keller es expeditiva y despreciable cuando actúa pero por otra parte, cuando conocemos su historia, entendemos cómo ha llegado a convertirse en esta figura siniestra, a su vez, estos terroristas están montando un acto sanguinario de proporciones épicas pero uno no deja de admirar la valentía de estos individuos, y las terribles presiones morales a las que se ven expuestos y que deben resistir para llevar adelante su venganza, el espectador no justifica los medios pero entiende las motivaciones de estas personas, no son robots asesinos, sino individuos de carne y hueso que se han enredado en un conflicto ancestral marcado por el odio entre pueblos. Tanto los héroes como los villanos son inteligentes y extremadamente hábiles, y toman enormes riesgos para obtener la iniciativa, aquí todo es creíble y nada sobra.

Y después de estos preámbulos centrémonos ahora en la excelente adaptación que hizo John Frankenheimer del libro de Harris. Producida por el agudo Robert Evans para la Paramount, desde sus primeros compases se percibe la personalidad de su director, un Frankenheimer que en todo momento se empeña en una puesta en escena afilada, con un perfecto uso del formato panorámico, ayudado por las excelentes tonalidades de la iluminación de John A. Alonzo, o la brillantez de la partitura brindada por un ya consolidado John Wiliams, capaz de puntear con acierto la deriva de tensión presente en el relato.

Bajo mi punto de vista, dos son los rasgos que mayor interés proporcionan a una película que se extiende durante casi dos horas y media de duración, sin registrarse prácticamente baches de ritmo en su desarrollo. Por un lado, el especial cuidado incorporado por su realizador en la progresión dramática y la creciente densidad de su trazado, merced a una puesta en escena sobria y sin fisuras. Su otro gran acierto reside en la mirada desencantada que brinda, en torno a sus tres personajes principales, tres “outsiders”, tres perdedores, situados cada uno de ellos en ámbitos diferentes, a los que su propia sociedad ha ubicado prácticamente fuera del mundo. Esa capacidad para plasmar un relato de tono sombrío, de combinar la mirada desencantada y la hondura de sus personajes con la pericia de un thriller, o de brindar un acercamiento de notable calado al conflicto palestino israelí, despojado al mismo tiempo de maniqueísmo y de una vertiente discursiva, es lo que quizá despistó a la obtusa crítica ideologizada del momento.

Un thriller sobresaliente e injustamente archivado en el olvido, la acción, los diálogos, la trama … todo funciona como un mecanismo de relojería, y a las mil maravillas. Sin ser una de las obras maestras de su director, “Domingo Negro” es una perfecta muestra de cómo John Frankenheimer aún se encontraba en plena forma pese a que ya había dejado atrás su edad de oro. Imprescindible para fans de los thrillers de los 70.
Juan Marey
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