‘Territorio Lovecraft’ es una de esas series que tienen todo, pero absolutamente TODO para ganarse un hueco en mi corazoncito, pero que van tirando poco a poco y por la borda todos los elementos hasta convertirse en un producto aburrido, sin alma. Cuando llega la acción, me la he perdido por estar mirando el móvil o pensando en otra cosa.

Hay que pagar un peaje muy caro si uno quiere ser fiel a ‘Territorio Lovecraft’, tan caro que a mí no me compensa pagarlo. Aunque pueda reflejar muy bien el problema racial de los Estados Unidos en aquella época y ciertos comportamientos sacan de quicio, todo está rodado de una forma tan planita, los actores son tan sumamente normaluchos, que no me dice nada. No me hierve la sangre, no me entra la mala leche que debería. Así, la fiesta de monstruos que debería de ser pasa completamente desapercibida.

Lo peor de todo no es eso, lo peor es que cada nuevo episodio es una cuesta abajo interminable, un sinfín de despropósitos que terminan por agotar la paciencia del espectador hasta que, finalmente, terminas bajándote del carro.

Una rotunda pérdida de tiempo.

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