La planísima dirección de Scott Cooper ha hecho que me haya llevado un pequeño chasco con ‘Black Mass’ porque, si bien tiene todos los ingredientes necesarios para una buena historia de gángsteres y hacer que me interese por ella, en ningún momento me he sentido partícipe de lo que sucedía. Los asesinatos y actos vandálicos se sucedían sin que me importase demasiado quién ganaba o dejaba de ganar.

Cooper no imprime fuerza a lo que cuenta, resulta demasiado convencional salvo en un par de escenas aisladas, cuando Whitey ejecuta en un parking a uno de sus compañeros por delatarle y cuando este atemoriza durante una cena a uno de sus compinches.

Así, ‘Black Mass’ sucede ante nuestros ojos bajo un pensamiento de que, lo que vemos, simplemente está bien, pero esperábamos una gran película. Y había material, porque la historia daba juego y porque hay un gran elenco de actores detrás. Es una alegría recuperar a Johnny Depp, cuyo último recuerdo que tengo es de la patética ‘Mortdecai’. Volverle a ver, ACTUAR con mayúsculas y salirse de la pantalla a pesar de que la caracterización era un poco extraña. Lo mismo sucede con el resto del solvente reparto (Joel Edgerton, Juno Temple, Benedict Cumberbatch, Kevin Bacon, Peter Sarsgaard o Jesse Plemons).

En resumen, una buena cinta a la que la falta un plus para terminar siendo de lo mejorcito del año. Es un alivio para Depp, cuyos últimos trabajos le habían dejado señalado.

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