Con ‘El código Da Vinci’ y su protagonista/héroe Robert Langdon, Dan Brown encontró un filón para vender libros que Hollywood no podía desaprovechar para hacer dinero. A pesar de que la primera entrega era bastante cuestionable para aquellos que habíamos leído la novela, ‘Ángeles y Demonios’ no tardó en llegar a las carteleras (con mejor fortuna) repitiendo fórmula (Howard + Hanks). Y tras el éxito cosechado estamos ante una tercera entrega que el espectador afronta de forma distinta. Conocemos la mecánica por lo que, es complicado, que nos cuente algo distinto.

Durante su confusa primera media hora tanto Koepp (adaptando el libro de Brown) como Howard se esfuerzan en despistar al espectador con imágenes y escenas repletas de efectos especiales que, lamentablemente, no van a parar a ningún sitio. Entiendo la intención y aplaudo el esfuerzo pero Howard no está del todo inspirado y el montaje tampoco ayuda.

Cuando Landgon/Hanks comienza a descifrar jerogríficos es cuando la película se encuentra más cómoda, la narración fluye y los protagonistas lucen más. Es cierto que cae en la repetición respecto a anteriores entregas (ahora en vez de un albino, tenemos otro tipo de secuaz muy plano, pero secuaz al fin y al cabo) pero también es cierto que el espectador no puede parar de preguntarse a dónde le llevará el siguiente acertijo.

A pesar de las repeticiones en el esquema y de que más o menos sabemos a dónde va a ir a parar la historia, la película funciona como funcionan los libros. Si en la primera queríamos descubrir el enigma de Da Vinci aquí queremos ver a dónde va a parar Dante y su infierno. Además, el tema de la superpoblación y la explicación de Ben Foster (una pena que no salga más tiempo) resultan atractivos.

‘Inferno’ tiene papeletas para ser la entrega más olvidada de las tres, pero no quiere decir que estemos ante una mala película. El peso de las anteriores hace mella a pesar de lo atractivo del tema y de algunos de los enigmas que plantea.

Más en: https://alquimistacinefilo.wordpress.com/